Leer a contraluz

AutorMónica Márquez

Hay un montón de eventos relacionados con la lectura de los que podría platicarles esta semana. Pero el domingo fue Día del Maestro y no puedo dejar pasar la fecha. Creo que merecen una pausa especial.

Seguro todos hemos tenido un maestro o una maestra a quien recordamos con cariño. Y no me refiero únicamente a los maestros de la escuela, me refiero también a ese profesor o profesora que nos enseñó algo, nos abrió un horizonte, nos hizo avanzar un paso más.

Muchas veces ni siquiera era su intención: Esa maestra de biología que nos enseñó a persistir, ese maestro de historia del que aprendimos la rebeldía, ese maestro de metodología que nos enseñó de ética, ese maestro de religión que nos hizo ateos o ese maestro de cálculo que nos convenció de que nuestra vocación no eran los números, sino las letras.

Luego están los maestros-jefes que nos enseñaron a trabajar, los amigos que nos modelaron el cariño, los papás que nos enseñaron a enfrentar la adultez, los colegas que nos enseñaron la solidaridad, las parejas que nos han dado grandes lecciones, los hijos que nos enseñaron a ser padres y madres. Y por si fuera poco, para los que nos dedicamos alguna vez a la enseñanza, están los alumnos, que nos enseñan más de lo que creen.

Me encantaría poner aquí todos sus nombres, mucho más me gustaría tenerlos enfrente, abrazarlos y decirles gracias, pues aprendí de ellos a ser aprendiz perpetua y conocí con ellos la esperanza.

Finalmente, el lugar especial para el Día del Maestro se lo...

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