Lecciones de Castañeda

AutorGustavo Carvajal Moreno

La renuncia de un secretario de Estado debería ser un proceso normal dentro de la vida republicana de nuestro país. No obstante, es innegable que la dimisión de Jorge Castañeda a la Secretaría de Relaciones Exteriores es un hecho político de mayores significados.

Desde los inicios de la campaña electoral de Vicente Fox, Castañeda desempeñó un rol destacado en el diseño de la estrategia que lo llevaría al poder. Por lo mismo, era predecible que el canciller tendría un espacio importante en el nuevo gobierno, como en efecto ocurrió. Por este motivo, es válido tratar de dimensionar tanto el paso de Castañeda por el gabinete y el papel que le correspondió jugar en la gestión de la política exterior de México en los dos últimos años, como el significado de su partida en el conjunto de las acciones del gobierno de Fox.

Habría que comenzar por reconocer que la llegada a Tlatelolco de la controvertida figura del académico designado secretario, tuvo la virtud de llevar la política exterior al centro del debate e interesar a amplios sectores de la vida nacional, que en general no abordaban el tema más que en las grandes ocasiones. Con gran ímpetu, Castañeda hizo de la política exterior un componente cotidiano de la política interna.

Desde sus inicios, la gestión del canciller fue objeto permanente del escrutinio público y, a pesar del tinte ideológico que enturbiaba el razonamiento, como pocas veces en la historia de la nación las acciones diplomáticas de México estuvieron en las primeras páginas de los periódicos y en el análisis de la sociedad; todo lo cual constituye un hecho saludable.

Tal vez por eso mismo resultaba contradictoria la persistente postura de Castañeda de distanciarse -y en ocasiones enfrentarse- con la prensa nacional. Un hombre que había escrito en periódicos y revistas de diversas tendencias, que se describe a sí mismo como proveniente de la sociedad civil, no pudo ver en las crónicas del periodismo, el lado positivo de que la política exterior estuviera en las ocho columnas y no extraviada en las páginas interiores como un suceso de menor importancia.

En lo que respecta a la Cámara de Diputados, y en específico en su relación con la Comisión de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda y su equipo tuvieron la habilidad de navegar entre coincidencias y discrepancias para arribar a soluciones de consenso que beneficiaban la imagen internacional de México y respetaban el marco constitucional vigente. En contadas ocasiones no fue así...

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