Lázaro Azar / Lo que natura no da...

AutorLázaro Azar

Este lunes renové mi capacidad de asombro: a sabiendas de cuán difícil es reclutar incautos que asistan a los conciertos de la Sinfónica Nacional -aun con localidades regaladas-, haber constatado la gran cantidad de personas que pagaron 350 pesos por boleto para presenciar lo ocurrido ya no en una sala de conciertos, sino en un inhóspito galerón de la Hacienda de Los Morales, me hace ratificar aquel lugar común que afirma que, el nuestro, es un país surrealista.

No faltará quien recuerde haber desembolsado aún más por escuchar a la Royal Philharmonic en un night club -el desaparecido Premier- , pero una cosa es la Royal... y otra, creer que esa fluctuante plantilla de atrilistas que se nos vende con el rimbombante nombre de "Orquesta Sinfónica del Nuevo Mundo" (OSNM) es un ensamble tan bueno como se lee en el vasto programa de mano que, más que nada, da fe de la gran cantidad de patrocinadores que le soltaron la lana a Johannes Bruno Ullrich, regenteador de este negocio bajo el doblemente cuestionable epíteto de "director artístico".

Tras reconocer a muchos de los mejores integrantes de diversas orquestas en las filas de este congreso de quiroprácticos -de alguna manera habrá que eufemizar el ver a tantos músicos, reunidos nomás para echarse un "hueso"-, queda claro que se requiere de algo más que estudios y buenos atrilistas para alcanzar un mínimo resultado artístico con la batuta.

Los atropellados esfuerzos que en este ámbito realiza un empresario tan admirable como el señor Ullrich confirman que, para su desgracia y nuestro pesar (o al revés), dista mucho de ser un Músico.

Otras son sus cualidades: admiro su imaginación y capacidad para venderse. Más allá del currículum que presenta, magnificando cuanto le es posible con tal de llenar la plana, es capaz de armar una programación en que a la par de insufribles lugares comunes -vgr. El Mesías de Handel- aparecen obras y solistas tan tentadores como los ahora anunciados: Para mi congoja, una de las obras más seductoras de la velada, la obertura La reina hindú de Purcell fue omitida a última hora y la correspondiente a La entrada de la reina de Saba de Handel tomó su lugar; tras ella, tres arias para...

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