Lázaro Azar / Cierre con broche de oro

AutorLázaro Azar

El martes pasado terminó el Festival "Música del Mundo, pianistas húngaros" que la Coordinación Nacional de Música presentó en el Palacio de Bellas Artes, gracias al apoyo de la Embajada de Hungría y del Festival de Mayo jalisciense.

Tres programas integraron este ciclo. El primero, realizado el 11 de mayo, estuvo a cargo de Jen" Jandó (1952), poseedor de un repertorio cuasi enciclopédico y que, según reporta el sello Naxos para el cual graba, está considerado el pianista que más discos vende al año (no menos de 350 mil).

En la primera parte de su programa tocó dos sonatas clásicas, la Hob. XIV:52 en Mi bemol Mayor de Haydn, y La Tempestad de Beethoven. La segunda parte incluyó las Dos Leyendas de Liszt, las Estampas de Debussy y las Danzas de Marosszék de Kodály.

En cuanto a la infalibilidad para sumir las teclas, Jandó es un pianista irreprochable, ahora que, como intérprete, deja bastante que desear: en Haydn fue superficial y carente de gracia; en el Adagio de Beethoven, de las cuatro notas que posee la figura que se repite en el segundo movimiento imitando un timbal, rara vez se escuchaba la cuarta nota, dejando incompleta la idea.

Fue en Liszt donde hizo alarde de mayores recursos colorísticos, pero estilísticamente fue burdo y casi grotesco, defecto que también padecieron sus Estampas y, sobre todo, las Danzas de Kodály, en las que sucumbió al más barato de los efectismos hollywoodenses. No dudo que Jandó sea uno de los más conspicuos herederos de la escuela pianística lisztiana, pero, tras escucharlo en vivo, creo que en cuanto a la rudeza implícita en el uso de sus acrobáticos recursos, también podríamos decir que es digno heredero de Bruce Lee.

Balázs Reti (1974) fue el segundo pianista del ciclo, y durante su concierto del 20 de mayo hizo presagiar que, dentro de algunos años, será un pianista solvente, ya que por ahora no es más que un estudiante aventajado. Tiene un sonido de gran belleza pero carece de personalidad, y bastaba ver la retacería con que confeccionó su programa para percibir que aquello era una especie de "examen" para agradar a sus sinodales. A pesar de la inseguridad con que leyó algunas...

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