Larry Casanova: Lleva la nobleza en la sangre

AutorDalila Carreño

Fotos: Yessica Sánchez

En la escuela nunca fue un alumno sobresaliente, pues siempre pasaba las materias de panzazo, pero gracias a que lleva en la sangre la pasión por los animales, Larry Casanova ha obtenido reconocimiento como entrenador, incluso a nivel internacional.

El papá de Genoveva Casanova, quien el 15 de octubre se convertirá en la primera mexicana que se integre a la nobleza española en los últimos 100 años, cuando se case con Cayetano Martínez de Irujo, Conde de Salvatierra, ha escrito su propia historia de éxito y celebridad gracias a su nobleza de espíritu.

Cuando prácticamente lo corrieron de su casa, aproximadamente a los 18 años, se probó como infante de la Marina estadounidense en la guerra de Vietnam, en 1967.

"Como siempre pasaba de panzazo, mi papá me dijo: 'Aquí en la casa se hace lo que yo digo, ¡te vas!'. Y me fui. Me dijo que mejor estudiara lo que fuera, pero que tratara de hacerlo lo mejor que pudiera", recuerda.

Su habilidad para cuidar y establecer cierta conexión con todo tipo de especies (cualidad que comenzó a desarrollar de los 6 años, cuando vivía en una zona boscosa del norte de Nueva York) lo convirtió, dentro del Pelotón 10-16, en el sargento responsable del programa de entrenamiento para perros detectores de minas explosivas.

Esta oportunidad, que recibió vía telefónica desde Washington, llevó al mexicano a ganarse el respeto y la admiración de sus compañeros, con quienes durante varios meses caminó entre campos ensangrentados y lluvias de balas.

Junto con su fiel compañera de esa época, "Pandora", una perra pastor alemán con la que trabajó durante 10 meses en combate, desarmó 36 minas que hubieran causado sensibles bajas al Ejército de EU.

Y tanto se encariñó con "Pandora", que era propiedad de la Marina, que Larry intentó robársela.

"Cuando estuve en Okinawa me hice amigo de un veterinario, y con él desarrollé un plan para llevármela como si fuera un perro detector de drogas".

Incluso, recuerda, falsificó documentación con tal de quedarse con la perra.

"La idea era dejarla en Okinawa, regresarme a Vietnam y decir que me la habían matado, pero entre las cervezas se lo conté a alguien que no debí, y me reportaron.

"Ya cuando estaba en el avión, entraron dos policías militares y me dijeron: 'Vente con nosotros'. No me hicieron nada por mi trayectoria, pero no me la pude robar", dice Larry, quien aún luce en su brazo izquierdo un borroso tatuaje que lo identifica como veterano de guerra.

Cuidaba un...

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