Kospi, con rostro de flor

AutorIvett Rangel

SANTA CRUZ, Argentina.- En tiempos tan lejanos en los que las plantas ni siquiera tenían flores, vivía una hermosa doncella de nombre Kospi, hija de Kaikún, un valiente cacique tzoneka, también conocido como tehuelche (palabra que en mapuche significa gente del sur), y quien vivía en la zona del Guenguel, en el corazón de la Patagonia argentina.

Según la leyenda, continuamente desfilaban por los territorios de Kaikún centenares de jóvenes cazadores, algunos de los cuales recorrían largas distancias solamente para admirar a su hija, Kospi, y para recibir el regalo de su sonrisa.

Todos llegaban con una única esperanza: conquistar el corazón de la doncella, lo cual nadie había conseguido hasta ese momento.

Pero una tarde en que Kospi estaba peinando su larga y brillante cabellera a orillas del lago Ollién (hoy del Sello), fue raptada por Katrú, el trueno, el amo de las montañas, quien la escondió en una oscura caverna ubicada en lo más profundo de la cordillera.

En vano se desesperó Kospi llamando a su padre y a sus hermanos, ya que ellos no podían oírla. Tan grande fue su pena que se convirtió en hielo, fundiéndose con los gélidos témpanos que formaban el glaciar.

Así, cuando Katrú...

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