Kofi Annan/ Una oportunidad para los más pobres del mundo

AutorKofi Annan

En la actualidad, aproximadamente una quinta parte de la población mundial sobrevive, o procura sobrevivir, con menos de un dólar por día. Este indicador, aunque rudimentario, refleja una penosa realidad cotidiana, caracterizada por el hambre, las privaciones y las enfermedades, que ningún ser humano debería tener que soportar.

En septiembre pasado, en la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas, los líderes del mundo resolvieron "no escatimar esfuerzos" para liberar a sus semejantes "de las condiciones abyectas y deshumanizadoras de la pobreza extrema". Concretamente, se comprometieron a reducir a la mitad, para el año 2015, el porcentaje de habitantes del planeta que vivieran en esas condiciones.

Probablemente no haya cambio que contribuya en mayor medida a hacer realidad esa promesa que la iniciativa de permitir el pleno acceso de los productos de los países pobres a los mercados de los países prósperos.

En la actualidad, los agricultores de los países pobres no sólo tienen que competir con las exportaciones subvencionadas de alimentos. También tropiezan con elevadas barreras a las importaciones. Los aranceles que los países industrializados han impuesto a productos básicos como la carne, el azúcar y los productos lácteos son casi cinco veces más altos que los aplicados a las manufacturas. Los aranceles de la Unión Europea sobre los productos de la carne llegan al 826 por ciento.

Asimismo, cuanto más valor añaden los países en desarrollo a sus productos al elaborarlos, más elevados son los aranceles que deben pagar. Por ejemplo, en Japón y la Unión Europea, los aranceles impuestos a los productos alimentarios procesados son dos veces más altos que los aplicados a los productos en la primera etapa de elaboración.

Dicho de otro modo, los países ya industrializados, a la vez que proclaman las virtudes del libre comercio en condiciones equitativas, practican políticas proteccionistas que desalientan activamente a los países pobres y les impiden desarrollar sus propias industrias.

Esas barreras constituyen enormes obstáculos que deben superar los países en desarrollo. Sin embargo, incluso en estas condiciones, sus ingresos de exportación suman más de mil 500 millones de dólares.

Es evidente que podrían ganar mucho más si se eliminaran las barreras. Como mínimo, el aumento neto de esos ingresos sería de más de 100 mil millones de dólares, o sea el doble del volumen de las corrientes anuales de ayuda.

Con el tiempo, a medida que los...

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