Karen Batres / Lo vulgar como discurso

AutorKaren Batres

Esta semana, un periodista destacado de CNN respondió a un tuit de uno de los hijos del actual ocupante de la Casa Blanca en Estados Unidos, que señalaba los supuestos bajos niveles de rating de la cadena internacional de noticias.

Este periodista generalmente no responde a mensajes que lo atacan o insultan en redes sociales, pero en esta ocasión, la mentira fue mediante una foto de él y ésta cundió.

No fue solamente el origen de la foto, que aprovechó una toma real del periodista, pero que data de hace 10 años, sino el grado de mala leche y el deseo de engatusar al público lo que provocó su respuesta.

En la política y vida pública desde hace siglos existe oposición, descalificación, burla, y ataque. Igualmente, la vulgaridad ha sido parte del discurso público, así como la mentira, la desinformación y la propaganda. Pero nunca como ahora.

Es posible que la única comparación razonable haya sido el enorme esfuerzo propagandístico del régimen nazi en Alemania, pero en aquellos años los terribles mensajes de odio y venganza corrían en la prensa y la radio, o en gigantescas manifestaciones manipuladas dentro de la nación teutona.

Ahora la vulgaridad, la mentira, el odio y la estupidez abarcan al mundo entero y en un instante. La propaganda, que manipula las emociones y desconecta el cerebro, es parte de la dieta de las redes sociales, y ello ha contribuido sin duda alguna al divisionismo dentro de los países.

Los dos factores esenciales de la propaganda -apelar a las emociones y contar con la incapacidad del público para debatir basándose en hechos- han tomado posesión de las redes sociales y cada día rebajan más el nivel del discurso público.

Uno de los resultados es legitimar la vulgaridad en todos los ámbitos. Desde un funcionario en Estados Unidos que insulta a otros, que miente, que hace política desde la cama mediante Twitter mientras come una hamburguesa, hasta las agrupaciones de ultraderecha que despotrican contra los migrantes, todo contribuye al ambiente de odio y coarta cualquier posibilidad de encontrar soluciones viables para los problemas públicos.

La moda es ser vulgar...

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