Uno junto al otro

People Weekly Magazine

El juego era rápido y el marcador cerrado mientras el miembro más alto del equipo de Highgrove perseguía la pelotita de madera por un campo de polo de Gloucestershire, Inglaterra. Levantando su mazo, apuntó cuidadosamente, soltó el golpe+ y falló completamente. "¡Ay, vamos!", gruñó un afligido compañero de equipo antes de dirigirse a todo galope tras la pelota.

Ese intercambio breve, espontáneo y totalmente banal entre dos miembros del mismo equipo no hubiera llamado para nada la atención si no fuera por la identidad de los atletas involucrados: el Príncipe Guillermo (autor del tiro errado) y el Príncipe Enrique (expresando su descontento).

Los encantados espectadores en las bandas sin duda se preguntaron si Enrique, de 16 años de edad, habría estado alentando a Guillermo, o aprovechando una rara oportunidad de ponerle gorro en público a su hermano mayor. Como dijo el comentarista Jim Hilston en forma chusca por el altavoz: "No cabe duda de que a ese Príncipe Enrique le gusta meterse en camisa de once varas".

Si bien es así, todo indicio de competencia fraternal desapareció en cuanto los chicos -jugando en público por vez primera con su padre, el Príncipe Carlos, de 52 años de edad- salieron triunfantes del campo. Luego, en el auto Volkswagen Golf de Guillermo, se instalaron naturalmente en sus sitios simbólicos: Guillermo en el asiento del conductor (con una atractiva rubia a su lado), Enrique relajándose atrás.

Habiendo dejado atrás la infancia, los príncipes británicos no sólo están dirigiéndose con donaire hacia la edad adulta, sino que parecen estar cultivando una relación cómoda y de mutuo apoyo que borra los 27 meses de edad que los separan.

"Conforme se vuelven mayores, la diferencia de edad disminuye y se acercan", dice Peter Archer, reportero de la realeza de la Asociación Británica de Prensa. "Disfrutan verdaderamente de su mutua compañía".

Y tal vez de sus diferencias. Profundamente consciente de su posición en la alineación real, el tímido e introspectivo Guillermo sigue siendo un clásico primogénito, responsable, serio y controlado.

"Guillermo juega mucho a ser el hermano mayor", dice un amigo. "Está al pendiente de Enrique".

El más voluble Enrique continúa siendo sosegado y despreocupado, volviéndose frecuentemente a Guillermo para que marque la pauta.

"Creo que Enrique está bastante contento con ser el segundo", sugiere otro amigo. Como quiera, el lado irritable de Enrique puede manifestarse cuando se siente eclipsado o...

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