Juntas, ni difuntas

AutorGuadalupe Loaeza

No, no somos una perita en dulce. Con todos los cambios que ha habido respecto a los derechos de la mujer, me temo que muchas de nosotras nos hemos convertido, tal vez sin darnos cuenta, en una perita, pero en ácido. ¿Exagero? No tanto. Pienso que, en ocasiones, las que exageramos somos las llamadas mujeres posmodernas; las mujeres que hace muchos años nos quitamos el corset y vamos por la vida con el pecho levantado y descubierto. Esa es la categoría de mujer que quiere todo: libertad, reconocimiento, realización profesional, independencia económica, estabilidad familiar, amor de pareja, éxito, salud y mucha juventud.

Con el pretexto de que hemos sido marginadas durante siglos por una cultura machista, llevamos décadas conjugando a gritos el verbo ser. Está bien, muy bien. No hay duda de que gracias a la voluntad férrea de miles de mujeres que han luchado por nuestros derechos hemos conquistado una verdadera toma de conciencia. Hoy por hoy, un buen número de mujeres, que no la mayoría, nos podemos ufanar de que ya somos escuchadas, tomadas en cuenta, consultadas, respetadas y hasta votadas para puestos de elección. ¿Acaso no han existido ejemplos de mujeres notables en prácticamente todos los ámbitos, desde la ciencia hasta en las manifestaciones más diversas, como es el caso de Ana Gabriela Guevara en los deportes?, ¿acaso no se habla de más en más del em-po-de-ra-mien-to de las mujeres?, ¿y acaso no se antoja cada día más factible la posibilidad de que una mujer llegue a ocupar la Presidencia en México?

Sin embargo, insisto en decir que muchas de nosotras, a pesar de todos nuestros maravillosos logros, hace mucho que dejamos de ser una perita en dulce para cubrirnos de un ácido intolerable, especialmente para los que viven con nosotras. Para explicarlo aún mejor, describiré algunos de los defectos muy característicos de esta supuesta mujer li-be-ra-da, rea-li-za-da y su-pe-ra-da.

Dado su espíritu liberal, cada vez son más mal habladas. Creen que si dicen malas palabras se ven más jóvenes y modernas. Si están manejando al mismo tiempo que hablan por celular y un coche se les cierra, con toda naturalidad comentan a su interlocutora: "Híjole, ¿qué le pasa a este cabrón? No sabes cómo se me cerró el imbécil. Te lo juro que casi choco"... "¡Hijo de puta!, ¿qué se está creyendo? Entonces, ¿qué me decías?", preguntan a su amiga a la vez que, sin darse cuenta, ellas mismas se le cierran a otro vehículo. Por lo general, esta categoría de...

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