Julia Carabias / Campesinos y empresarios

AutorJulia Carabias

En medio de una coyuntura política tensa, una buena noticia no cae mal. Se trata de una de esas pequeñas cosas que ocurren en los sitios más recónditos del país, cuyos protagonistas son desconocidos y que, sumadas en decenas, cientos y miles, van haciendo un cambio silencioso que beneficia a México.

Esta historia se desarrolla en la Selva Lacandona, en el municipio de Marqués de Comillas, Chiapas, uno de los que colindan con Guatemala. La naturaleza de esta lejana parte del territorio es espectacular y, a pesar del deterioro sufrido durante los últimos 20 años, aún existen importantes fragmentos de exuberante selva inundable de gran importancia por su riqueza biológica y ecológica y por sus servicios ambientales. Este tipo de ecosistema predominaba en el estado de Tabasco; ya no queda prácticamente nada allí, los últimos refugios están en Marqués de Comillas.

Esta región fue colonizada en los años setenta, cuando Luis Echeverría promovió la ocupación de las fronteras. Lamentablemente, la falta de planeación, de opciones tecnológicas, de asistencia técnica y de apoyos económicos provocaron que los campesinos colonizadores, provenientes de ambientes muy distintos a los tropicales, desmontaran las selvas para su subsistencia bajo el sistema de roza, tumba y quema. Éste fue el segundo embate contra la naturaleza de esta región; a finales del siglo XIX y principios del XX empresas extranjeras habían saqueado la caoba y el cedro. Después de eso, la selva no tuvo valor y era considerada como un estorbo. Así fue como la deforestación de las últimas dos décadas en Marqués de Comillas triplicó la tasa nacional.

Por fortuna, no toda la selva quedó destruida; todavía existen remanentes muy importantes que, gracias a su colindancia con la Reserva de la Biosfera Montes Azules, mantienen diversas poblaciones de fauna silvestre. Un ejemplo de conservación lo han mostrado 22 ejidatarios del Nuevo Centro de Población Galacia, quienes, siendo dueños de más de mil hectáreas de selva, decidieron apostar a vivir de ella sin destruirla. Hace cinco años ingresaron al Programa de Pago por Servicios Ambientales de Conafor -estímulo económico que el gobierno proporciona a quienes conservan los ecosistemas naturales-, y en paralelo fueron buscando la forma de concretar su añejo deseo de construir un hotel ecoturístico.

Natura y Ecosistemas Mexicanos, asociación civil sin fines de lucro que trabaja en la conservación de la Selva Lacandona, asesoró y acompañó a este...

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