Un juego llamado ballet

AutorMaría Luisa Medellín

Fotos: Claudia Susana Flores

Como en un lienzo de Edgar Degas, las pequeñas de kindergarden salpican la clase de ballet con sus risas y coqueterías, como si esbozaran los pincelazos primeros de su femineidad.

Más menudas que en los cuadros del impresionista, han llegado ataviadas de leotardo y mallas, con las zapatillas en la mano, aferradas con la otra a la madre o la abuela que las conduce al interior de uno de los salones del Foro Pro Cultura, donde la sesión está por iniciar.

A través del cristal que separa el aula del área de espera, las adultas observan con arrobo sus ejecuciones distraídas y juguetonas las más de las veces, soñando quizá en que esos capullos se transformen en jovencitas espigadas, garbosas, altivas.

La "miss", como llaman las chiquillas a Laura, la maestra, comienza con los ejercicios de calentamiento, pero sus pupilas no están listas, unas se han tirado sobre la duela...

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