La judicialización del norte

AutorFederico Campbell
Páginas405-407
LA JUDICIALIZACIÓN
DEL NORTE
—HOMBRE, pues, nada, Federico, que se nos está volviendo una
sociedad judicializada. Hay más de tres mil judiciales federales aquí
en Hermosillo. Muy jóvenes. Con lentes de piloto de helicóptero. No,
no tanto con sus esposas y sus niños. Prefieren mandarlos solteros,
jóvenes. Parecen artistas de cine —me dice Blas Cota.
—¿Tres mil?
—Tres mil. Traen carros nuevos y mucha lana. Se les ve prósperos.
Y con todo el estilo de allá. Como cuando Manlio Fabio traía a sus
guaruras con guoquitoquis y landaus negros. Lo curioso es que
contrastan mucho con las judiciales del estado: jóvenes de la sierra,
cazadores, bien bragados para los golpes, pero que siguen igual
vestidos que antes. Muchachos broncos. Todavía. No saben manejar.
Chocan muy seguido en plena Serdán. Y lo grave es que hay pleitos
con los judiciales federales. Hay rivalidades. Problemas. Y también
con otras policías, las municipales, por ejemplo.
—Oye, pues como que 3 000 son legión.
—Sí. Es todo un fenómeno demográfico. Poco a poco se van
deschilangando.
—Han cambiado mucho entonces las cosas...
—Muy raro, todo. Más que antes, o como nunca se había visto en
Sonora: mucha gente pidiendo limosna en las calles. Te piden dos, 3
000 pesos. Te lo exigen. Gente que podría trabajar. Pero ya se dieron
cuenta: es una forma de vivir. Yo no dónde está el progreso en
Sonora. No lo veo. Ha de estar en los bancos de Tucson. Se ven los
mismos baches de hace años, mucho desempleo. Y se siente incluso
que la economía subterránea ha bajado. Aquí siempre la fayuca: los
liváis, las botas, le habían permitido a la gente sobrevivir. Pero ya ni
eso, porque con el GATT bajó el precio de las cosas contrabandeadas.

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