Juan Villoro / Vuelta al ruedo

AutorJuan Villoro

Hay quienes lastiman su corazón de tanto usarlo. Es el caso del escritor Jorge F. Hernández, que está en el hospital después de sufrir un infarto. Sus síntomas fueron diagnosticados por López Velarde: "Mi corazón, leal, se amerita en la sombra".

En la estruendosa república de las letras, Hernández actúa con inaudita generosidad. Su libro Signos de admiración reúne los asombros que le suscitan sus colegas: "Hay una suerte de magia en la capacidad y propensión de admirar al prójimo y a sus obras". Con acierto, señala que el español es un idioma admirativo. En inglés, la puntuación del énfasis es el "signo de exclamación". Señala la importancia de lo dicho, sube el volumen de la lengua. En cambio, el español asocia el énfasis con la celebración; además, el signo se abre al inicio de la frase, lo cual predispone al entusiasmo. Nada más lógico que estas reflexiones provengan de alguien que ha perfeccionado el esquivo arte de apreciar a los otros.

Tuve la suerte de trabajar con él durante el Mundial de Sudáfrica en el equipo formado por Mauricio Mejía para Ludens, en Canal 22. Hernández confirmó en el programa que el humor es atributo de la inteligencia. Sus comentarios con tecnología "de punta" (se refería al crayón con que dibujaba en un pizarrón) cautivaron a uno de los mejores exponentes del género, Andrés Bustamante. Después de ver una escena en la que Jorge explicaba las formas de atrapar un balón Jabulani, el Güiri-Güiri aceptó colaborar en Ludens.

Formado como historiador, autor de la novela La emperatriz de Lavapiés, columnista del periódico Milenio, Hernández también es un torero que no recibió la alternativa.

Como Ignacio Solares, Alí Chumacero, Francisco Prieto y otros escritores taurófilos, entiende la fiesta brava como una enciclopedia en movimiento. Buena parte de sus anécdotas y referencias se desprenden de la "música callada del toreo", como la llamaba José Bergamín.

Para los que no sabemos lo suficiente de esos lances, resulta extraño que algo tan subjetivo e inconstante como la lidia de reses sea adjetivado de manera tan precisa. Pocas actividades han creado tanto vocabulario. En ese orden suspendido, la hora de la verdad es un ajuste de cuentas con la muerte y la decepción, el momento en que el toro sale del ruedo con las orejas puestas. En su calidad de primer espada literario, Hernández aplica referencias taurinas a la vida diaria y genera escenas dignas de ser narradas por Joaquín Vidal.

Voy a contar dos momentos de la...

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