Juan Villoro / Opciones del sol

AutorJuan Villoro

El próximo domingo el PRD celebra elecciones internas. Siete millones de militantes han sido convocados a las urnas y se espera que participen al menos unos cuatro. Tan sólo por estas cifras se trata de un acontecimiento decisivo en nuestra vida democrática.

La izquierda se valorará a sí misma por vez primera luego de las elecciones de 2006. El conflicto postelectoral confirmó que el PRD cuenta con notables energías para la movilización. También, que su capacidad de impugnar suele ser superior a su capacidad de proponer, y que puede ceder al sensacionalismo golpeador de un vocero (Fernández Noroña) que parece diseñado por el peor enemigo de sus causas.

Sobran razones para explicar la desconfianza de muchos militantes de la izquierda en los procesos democráticos, desde el fraude cibernético de 1988 hasta las irregularidades de 2006, señaladas por el propio Tribunal Federal Electoral (que sin embargo se declaró incompetente para sancionarlas).

La larga sombra del 2 de julio se ha extendido sobre buena parte de los pronunciamientos de la izquierda. La actividad de legisladores, gobernadores y presidentes municipales del PRD ha ocurrido en una especie de tiempo de prórroga, una zona enrarecida en la que se desconoce al gobierno con el que, pese a todo, se negocian leyes y presupuestos.

La Presidencia de Felipe Calderón es un hecho constitucional sujeto a crítica pero ya insoslayable. El PRD, opción política que gobierna centenares de municipios, no puede reducirse a una estrategia de desconocimiento del principal adversario. Las elecciones del domingo representan la ardua y estimulante oportunidad de idear un nuevo rumbo sin olvidar agravios.

En 2006 el PRD se convirtió en la segunda fuerza política en la Cámara de Diputados y ganó elecciones decisivas en el Distrito Federal y Chiapas; sin embargo, perder la Presidencia por tan poco margen y en condiciones tan hostiles hizo que quienes deseábamos una alternancia de izquierda cayéramos en una sensación de fin de mundo: atravesamos a nado el océano para morir en la orilla.

Resulta difícil refundar la esperanza ante una derrota que se percibe como injusta. Tal es el mayúsculo reto del PRD. La paradoja es que nada será tan importante como la actitud del perdedor. El PRD tiene el compromiso de diferenciarse de lo que ha criticado y demostrar que puede valorarse con solvencia a sí mismo. Hace cerca de un año, Felipe González publicó en El País un artículo en el que señalaba que el juego democrático...

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