Juan Villoro / Las muchas muertes de Mozart

AutorJuan Villoro

La inmortalidad de Mozart se mide en la vigencia de su música y en las agonías que se le atribuyen. La modernidad lo resucita para imaginarle muertes. Su biógrafo Wolfgang Hildesheimer señala que eso proviene de un hecho esencial: el genio sabía que el fin estaba cerca.

Mozart murió después de componer el Réquiem encargado por un mensajero vestido de negro que visitó al compositor en tres ocasiones sin revelar quién pagaría el encargo. De acuerdo con la leyenda, el compositor entendió, ya enfermo, que escribía su propio réquiem.

Poco después se suicidaron dos amigos de su logia masónica. Esto despertó hipótesis sobre un pacto secreto o una conspiración. Otra teoría asoció su destino con el compositor Antonio Salieri.

Hildesheimer comenta que las frases atribuidas a los moribundos son exageradas y que, en el caso de Goethe, la exclamación "¡Más luz!" tal vez se refería al deseo de que abrieran la ventana. La posteridad prefirió entender esta sencilla petición como una insaciable sed de sabiduría. En lo que toca a Salieri, cuentan que en estado demencial aseguró haber envenenado a Mozart.

El suceso llegó a oídos de un célebre duelista, Pushkin. En su relato "El disparo", el fundador de la literatura rusa dejó una impecable parábola sobre dos duelistas. De acuerdo con los protocolos de la violencia caballerosa, el más agresivo aprovechó el privilegio de disparar primero y falló el tiro. El segundo tirador tenía la oportunidad de matarlo, pero decidió conceder un perdón humillante: apuntó hacia el agujero que la bala había abierto en la pared y disparó exactamente ahí, demostrando la impecable puntería con la que no lo había matado. Años después, el propio Pushkin moriría en un duelo.

Una de sus más breves e influyentes obras es el drama Mozart y Salieri, que comienza con la frase: "Se dice que en este mundo no existe la verdad". Para explorar esta sentencia, Pushkin escribió una resistente calumnia. Salieri le ofrece una copa a Mozart, quien, siempre precoz, la trasiega de inmediato. "¡Has bebido sin esperarme!", le reprocha Salieri, que lleva años viendo cómo el joven colega se le adelanta en todo. Poco después, Mozart fallece.

Peter Shaffer popularizó este infundio en su obra de teatro Amadeus, que Milos Forman llevó al cine. La disputa entre un compositor inimitable y un colega menor era demasiado...

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