Juan Villoro / Liquidámbar

AutorJuan Villoro

Mi padre murió sin una disposición clara de lo que debíamos hacer con sus cenizas. En una de nuestras más incómodas conversaciones, toqué el tema y contestó con un hartazgo que su sonrisa volvía casi entusiasta: "¡Tírenlas donde quieran!".

Le pedí que no pensara en él sino en nosotros, deseosos de recordarlo. Enfatizó la sonrisa con que salía de los temas que no le interesaban: "Hagan lo que les dé la gana".

Fiel a su idea de que cada quien debe pensar por cuenta propia, nos legó la libertad de encontrarle un último destino. Decidimos llevar una parte de sus cenizas a la zona zapatista en Chiapas, por una razón sencilla: Luis Villoro Toranzo comenzó su trayectoria filosófica estudiando a los primeros intérpretes de los indios y la concluyó como interlocutor de comunidades tzeltales, purépechas, tojolabales. Nacido en España y aclimatado con dificultad a las injusticias sociales de México, leyó a Sahagún, Clavijero y Vasco de Quiroga en busca de un tejido multicultural de mayor riqueza, sin saber que se preparaba para seguir su ejemplo muchos años después, reivindicando los derechos de los pueblos originarios.

La fase final de su vida estuvo dedicada a concebir un futuro incluyente. En su mesa de trabajo dejó apuntes sobre "Budismo y zapatismo", el camino de la transformación social y el camino que se emprende al morir. Su último libro, La alternativa, todavía inédito, recoge las lecciones aprendidas en el movimiento zapatista.

El 2 de mayo, su viuda, Fernanda Navarro, y yo, acompañados de amigos muy cercanos, asistimos en Oventic al acto en que el EZLN rindió homenaje a José Luis Solís, maestro cuyo nombre de lucha era Votán Galeano y que fue asesinado hace un año, y a mi padre. El comandante Moisés explicó los vínculos entre ambos: gracias a que Luis Villoro apoyó la Escuelita Zapatista, un agricultor de La Realidad pudo convertirse en maestro, y gracias al EZLN, un maestro pudo convertirse en zapatista: "En otras partes lo conocen de teórico, nosotros lo conocemos de práctico", dijo Moisés.

Como es sabido, el subcomandante Marcos cambió de identidad para convertirse en subcomandante Galeano, dándole voz y sobrevida al profesor asesinado. Cervantes decía que no era el padre sino el padrastro del Quijote (había reunido papeles escritos por un árabe que él daba a conocer). En un gesto cervantino, Galeano es albacea de Marcos; habla en su nombre sin suplantarlo. Hurgando en los papeles del "difunto" subcomandante, dio con el momento en...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR