Juan Villoro / Elogio primitivo del iPod

AutorJuan Villoro

Siempre me ha cautivado que los cocineros fumen mientras trabajan. Se diría que el contacto con los ingredientes exige absoluta concentración olfativa, y sin embargo, grandes artesanos del fuego se encapsulan en un humo paralelo mientras arrojan especias a la olla. Encuentro en este gesto el sentido de un invento que no tiene nada que ver con la cocina y ni siquiera con la nariz. Me refiero al iPod. Sé que mi argumento comienza en forma extravagante. Paciencia, o no se llega a nada.

Hace medio siglo, la música era un gusto sedentario. Los tocadiscos venían empotrados en muebles que nunca hicieron gran cosa por la decoración; tenían un aire de sarcófagos con agujeritos, por si el muerto resucitaba. Dependiendo de la carpintería, algunos se prestaban más para que de ellos salieran villancicos, música ranchera, poemas gritados por León Felipe, mambos frenéticos, boleros de Los Panchos o cantos órficos. El tocadiscos sustituyó a la chimenea y justificaba la noción de "hogar".

No tiene caso repetir la evolución que ocurrió en los escaparates del mundo entero. En medio siglo, la única constante de la tecnología ha sido el esotérico criterio para ponerle precio: algo que cuesta 59.90 tiene la extraordinaria ventaja de no costar 60.00.

Si la civilización dependió de pasar de la vida nómada a la sedentaria, la ultratecnología fabrica objetos cada vez más pequeños y ligeros para revertir esta tendencia y sugerir que lo doméstico puede desplazarse.

El hombre tiene una relación compensatoria con el tamaño de las cosas. En tiempos pobres, lo grande le parece sólido y el vientre abultado, saludable. En tiempos de sobrepoblación y bienestar, sobran grasas y armatostes.

La actual estética de la desaparición propone sillas raquíticas y codiciables cuerpos famélicos. Sólo cuando una top model muere por alimentarse de tomates y manzanas se recuerda que hay casos de apuro y posguerras trágicas donde el chorizo ayuda a la supervivencia.

Para no violentar a la bioética, el ideal de esencializar el cuerpo sólo puede cumplirse a través de las prótesis, los aparatos manufacturados con nanotecnología. Ahí la anorexia es provechosa.

¿Qué cambios de comportamiento provocan objetos cada vez más planos y más leves? Los teléfonos celulares provistos de cámara despertaron el apetito visual de personas que antes apenas abrían los ojos. De modo más profundo, la cultura portátil relativizó el espacio. Estamos, como sugiere Paul Virilio, ante el crepúsculo de los lugares...

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