Juan Villoro / Cuauhtémoc

AutorJuan Villoro

Lo mejor del PRD es el logotipo diseñado por Rafael López Castro. Aparte de eso, el "sol azteca" está nublado.

En la política mexicana la autocrítica es un bien escaso. De ahí la relevancia del discurso de Cuauhtémoc Cárdenas con motivo de los 25 años del PRD.

Su diagnóstico de la crisis de la izquierda es certero y su llamado a mantener la radicalidad del partido, evitando que los principios se diluyan en nombre de los pactos, es un manual de supervivencia para una formación política amenazada con transformarse en comparsa del poder. Si el PRD baila al son del PRI, de poco sirve que de vez en cuando le dé un pisotón.

El ingeniero Cárdenas cumplió 80 años dando muestras de vitalidad. Se le llama "líder moral" de la izquierda para señalar que influye sin tener un cargo. La expresión se ha vuelto cada vez más literal: es un líder ético.

Más allá de las diferencias que se puedan tener con él, se trata de alguien íntegro, récord difícil de igualar para quien ha sido Subsecretario, Gobernador, Jefe de Gobierno y tres veces candidato a la Presidencia.

Desde su primera infancia, parecía destinado a la historia patria. Fue el primer bebé que vivió en Los Pinos. Poco después, en el Jardín de Niños Brígida Alfaro, conoció a Porfirio Muñoz Ledo, con quien muchos años después fundaría la Corriente Democrática del PRI.

Respetuoso de las instituciones a un grado que a veces desespera a sus seguidores, Cárdenas también ha ejercido los favores de la discrepancia. Baste recordar el momento en que llamó a renovar desde dentro al partido oficial. Su llamado cayó en el silencio, como si ocurriera en las tierras sin viento de la luna.

Ni siquiera con la pérdida del poder en las elecciones del año 2000, el PRI se sometió a una transformación interna. En 2012 volvió a la Presidencia sin pasar por la autocrítica.

Hijo del mandatario más decisivo del siglo 20 mexicano, Cuauhtémoc no vivió a la sombra del general. Como Subsecretario de Agricultura y Gobernador de Michoacán apuntaba a convertirse en un eficaz hombre del sistema. Su salida del PRI cambió esta ecuación, pero también suscitó desconfianzas. Quienes militábamos en partidos radicales pensamos que su protesta tendría poco recorrido.

Pero el vendaval retórico de Muñoz Ledo y el carisma de Cárdenas (la fuerza tranquila del que sabe escuchar y desconoce los arrebatos) llevaron a la construcción del Frente Democrático Nacional, oportunidad inédita para las izquierdas.

La estatua del último emperador azteca...

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