Juan Villoro / Un árbol en el océano

AutorJuan Villoro

El mayor trovador de nuestro tiempo ha recibido el Premio Nobel. La Academia sueca recordó que la poesía se origina en el canto: alguna vez Homero recitó sin apuntes.

Nacido en 1941, en Duluth, Minnesota, Robert Zimmerman se transformó en Bob Dylan. Enemigo de las personalidades definidas, contó de distintos modos su cambio de nombre. Según su humor, dijo que había modificado el apellido materno Dillon o que rendía homenaje a Dylan Thomas.

En la infancia se maravilló con los cuadernos donde podía escribir rimas y las vías del tren que prometían otro destino. A los 15 años se escondió por primera vez en un vagón de carga. En una de sus travesías visitó en el hospital a Woody Guthrie, músico country que había escrito en su guitarra "Ésta es una máquina para matar fascistas", y prometió preservar esa flama.

Su voz tenía un tono gangoso y destemplado, pero insustituible: "Si necesitas a alguien en quien confiar/ confía en ti mismo", diría en "Trust Yourself".

En 1961 se presentó en las oficinas de la compañía Columbia y un ejecutivo le preguntó: "¿Cómo llegaste acá?". "En un tren de carga", respondió. El arte nunca le debió tanto a los ferrocarriles: "Se necesita mucho para reír/ Se necesita un tren para llorar", diría en otra canción. No es casual que anunciara su conversión al catolicismo en "Slow Train Coming".

A los 20 años le preguntaron si se sentía músico o poeta. "No me siento nada", respondió. En otra ocasión dijo: "Quisiera hacer algo útil, tal vez como plantar un árbol en el océano, pero sólo soy un guitarrista".

En 1965, cuando era ídolo del folk, escandalizó al festival de Newport al usar instrumentos eléctricos. Se negó a tener un "club de fans" porque le parecía insultante que alguien se definiera de ese modo e impidió que la gente coreara sus canciones en los conciertos interpretándolas en forma casi irreconocible.

Greil Marcus dedicó un libro entero a la canción "Like a Rollin' Stone", los seis minutos que cambiaron la contracultura. En 1988, en el discurso para presentarlo al Salón de la Fama del Rock, Bruce Springsteen dijo: "Si Elvis liberó tu cuerpo, Dylan liberó tu mente".

En una de sus múltiples vindicaciones dylanescas, Rodrigo Fresán señaló que oírlo por primera vez significa seguir oyéndolo: "Casi 40 años después, sigo sin volver a casa, sin dirección a casa, como un completo desconocido que quiere conocerlo todo sobre aquel a...

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