Juan Villoro / Un acto de Dios

AutorJuan Villoro

Comprobado: la pasión pesa tres kilos. Dispongo de las pruebas que brinda la pasión misma.

En 1964 España disputó la final de la Copa Europea de Naciones contra la Unión Soviética. Yo tenía ocho años y mi mundo valía gracias al futbol. No vi aquel partido porque no había televisión satelital, pero unos parientes enviaron recortes impresos en sepia y blanco que narraban los lances de dos porteros de leyenda: Iribar y Yashin. España ganó 2-1 y alzó la copa, pero lo que más me impresionó fue otro récord: los futbolistas habían perdido tres kilos en el partido.

Desde entonces me pregunté si algún día lograría que mi cuerpo revelara esa pasión. Jugué futbol sin llegar al épico adelgazamiento y asumí el papel del aficionado que se esfuerza sin desgaste físico.

¿Por qué se apoya a un equipo? Los colores se eligen por razones meramente textiles, por obligación familiar, por pertenecer a una ciudad, por encandilarse con un jugador que amargamente se irá a cobrar cheques en otro club.

En México decidí ser del Necaxa, la escuadra favorita de los amigos de mi calle. En España me volví del Barcelona porque mi padre nació ahí. Como el futbol celebra los opuestos, cada equipo tiene su némesis. Mis archirrivales serían el América y el Real Madrid.

Sin embargo, la pasión deportiva admite otra variante: el equipo al que no se pertenece pero se respeta. Las Chivas y los Pumas han representado eso en México. En España, el gran equipo de la afición desinteresada ha sido el Athletic de Bilbao, que privilegia a los futbolistas de su cantera.

En tiempos de especulación, el club vasco ha demostrado que el compromiso emocional y la identidad son más fuertes que el dinero. Ha alzado copas, no ha descendido a segunda división y organiza actividades culturales en las que se implican los propios jugadores, como el excepcional encuentro Thinking Football.

El miércoles pasado se celebró en Aguascalientes un partido potenciado por los sueños de varias generaciones. El Necaxa cumplió su centenario ante el Athletic. De manera previsible, el encuentro terminó 2-0 en favor del equipo vasco y el Necaxa confirmó que en 100 años ha perfeccionado el arte de perder.

Quise llegar al partido por una ruta inusual. 36 horas antes estaba en Vermont a bordo de un avión. Después de varios retrasos, el vuelo se canceló. Con astucia teológica, la legislación de Estados Unidos señala que las empresas no son responsables de los "actos de Dios".

Nos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR