Juan Pedro Oriol / El padre

AutorJuan Pedro Oriol

Carlos quedó huérfano de madre a corta edad, pero desde pequeño forjó una relación extraordinaria con su padre, a quien consideraba el mejor de sus amigos.

Siempre fue el más bajo de estatura de su salón. Pese a ello, desde que cursaba la primaria, insistió en participar en el equipo de futbol del colegio. Más de cien veces su padre le explicó que no tenía que jugar futbol si no lo deseaba de verdad; pero Carlos amaba con todo el corazón el futbol. Y lo demostraba sin faltar a una práctica, ni a un juego. Él estaba decidido: llegaría a ser el mejor futbolista del mundo. Y eso lo hacía inmensamente feliz.

Durante la secundaria y la preparatoria todos sus amigos lo recordaban como el "calienta bancas". Pero durante todos esos años el aliento y el ánimo que su padre le transmitía jamás menguaron.

Al llegar el momento de ingresar a la universidad, Carlos decidió cristalizar su más grande sueño: formar parte de la selección de futbol. Y lo logró, no por ser un Pelé en la cancha, sino por la manera en la que entregaba el alma y el corazón en cada entrenamiento. Ese mismo día corrió hasta su casa para compartir con su padre la emoción. Desde entonces, su actitud optimista era contagiosa. Y le resultaba prácticamente fácil inyectar una gran dosis de ánimo a sus compañeros en cada práctica.

Sin embargo, cuando llegaban los partidos de liga, y los campeonatos y alguno que otro cuadrangular, Carlos no salía de calentar la banca; no lograba ver cercana la oportunidad de debutar. Aún así, su padre permanecía siempre en las gradas haciéndole compañía. No se perdió ni un juego en años, a pesar de vivir lejos de la ciudad donde Carlos estudiaba. Siempre fiel. Y a todas horas motivándolo.

La persistencia de Carlos no tenía límites. Pasaron cuatro años de universidad y todavía no le habían dado la oportunidad de participar activamente en algún partido. Se acercaba el final de su carrera, que coincidiría con el torneo nacional de universidades. Era el torneo esperado por todos. Un par de horas antes de que comenzara el primer juego de las eliminatorias, el entrenador mandó llamar a Carlos a su oficina. Tenía una llamada urgente. El joven tomó el teléfono, guardó silencio, y un minuto después, con la...

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