Juan Pedro Oriol / Legionarios de Cristo

AutorJuan Pedro Oriol

El título de este artículo debería ser "Javier y Jaime", pero los dos tienen que ver con los Legionarios de Cristo.

Cada sábado, entre ceremonia y ceremonia de la parroquia, tengo que encontrar el espacio y la claridad para escribir esta columna. Escribo, como saben, de lo que vivimos y de lo que nos sucede, siempre desde el enfoque de la fe y de la verdad.

Hoy escribo de lo que llevo en el alma, y ahí están ahora Javier y Jaime.

Javier de la Torre, más conocido como el "Padre Sharky". Recuerdo esas semanas cuando viniste conmigo después de tu operación facial, a recorrer los caminos de Guanajuato y Querétaro. Tu boca cosida de hilos y de gomas y tu sonrisa siempre encendida. Tu música rockera, ensordecedora.

Ayer anunciaste por Facebook que dejas la Legión y que pasas a la vida diocesana en la Arquidiócesis Monterrey. Todo mi apoyo y mi cariño, Javier.

Sé que te has pelado las rodillas ante el Sagrario y que te has dado el tiempo necesario y la reflexión para llegar a este momento. Seguirás siendo ese sacerdote maravilloso al que los jóvenes siguen, gracias ese imán que el Señor te ha dado. Si yo tuviera 15 años y viviera en Monterrey, estaría cerca de ti.

Espero verte pronto y darte un gran abrazo. Y sigue haciendo tanto bien como hasta ahora. El ideal es el mismo: Jesús y la salvación de las personas. La barca es la misma: nuestra amada Iglesia. El ambiente cambiará. No te preocupes. Él te guiará. Llévalo en el corazón y con mucha sencillez por fuera. Con tu estilo y tu alegría. Que seas tan feliz en la vida diocesana como yo lo soy.

Y ahora, Jaime. Sí, hablo de Jaime Plascencia Figueroa. Jaime se fue ayer al Noviciado de los Legionarios de Cristo en Monterrey.

Jaime tiene 28 años. Buen hijo, aún mejor hermano y un amigo como pocos. Con una novia guapa, y buena por dentro y por fuera. Buen éxito en el trabajo. En fin, un chavalazo, con letras mayúsculas. La noticia de su decisión, después de hacer este verano el Camino de Santiago, me ha puesto a pensar mucho y a rezar más.

Conozco a Jaime desde hace nueve años. Hablé con él muchas veces de su inquietud vocacional y de tantas cosas más. Ha llovido tanto desde entonces...

Antes de ayer...

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