Juan Pedro Oriol / Esperanza

AutorJuan Pedro Oriol

Tristeza y dolor. Banderas a media asta. México está de luto. No hay nada más de qué hablar ni nada más en qué pensar que en las personas inocentes que perdieron la vida en Monterrey, víctimas de un terrorismo vil y sin escrúpulos, que no conoce de leyes, de respeto, de dignidad, de nada.

Hemos llegado hasta el borde del abismo. ¿Hay algo más horrible o desquiciado que asesinar a sangre fría?

Siempre queremos escribir de las buenas noticias. Hace apenas una semana el mundo entero, sobre todo España y Europa pero también México, festejaba la clausura de la Jornada Mundial de la Juventud, donde la vida se hizo canto, oración, alegría, esperanza. Jóvenes de todo el mundo unidos en Madrid y comprometidos con llevar la luz del amor y de la confianza a sus lugares de origen. Jóvenes con ánimo renovado. Jóvenes decididos a hacer frente a la ignorancia, al miedo, a la violencia y a la pobreza espiritual que día con día consumen la vida de las sociedades.

Hoy, desgraciadamente, el odio y la violencia reaparecen como titulares. Y son el tema de todo medio informativo mexicano y del interés y la preocupación de cada uno de nosotros.

México no merece esto. Los estallidos de violencia urbana y de desórdenes pasan ya a un segundo plano, porque ahora nos damos cuenta que la realidad de los terroristas no sólo existe en países europeos o asiáticos, sino también aquí.

El grupo de sicarios que irrumpieron en el Casino Royale de Monterrey y que en menos de tres minutos le prendieron fuego son, como dijo el Presidente Felipe Calderón, "verdaderos terroristas que rebasaron todos los límites no sólo de la ley, sino del elemental sentido común y respeto a la vida". Acabaron con la vida de 52 personas. El dolor de sus familias es el nuestro. Y las escenas de las llamas, de los cadáveres y de los entierros y funerales nos han llegado a las entrañas.

¿Dónde está Dios? Estas gentes han olvidado de Dios, lo han dejado fuera de sus vidas y pretenden transmitir el infierno que llevan dentro.

Ya se encargarán las autoridades de buscar respuestas, abrir telones, encontrar la verdad y dar con los que mueven los hilos de todo este oscuro enmarañado de lucha de poder, de corrupción, de pecado, de muerte. Sin embargo, hay que...

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