Juan E. Pardinas / El fin de la política

AutorJuan E. Pardinas

El título de este artículo tiene un doble sentido. Fin es una palabra ambivalente que es a la vez sinónimo de ocaso y propósito. Así, el encabezado del texto se podría leer como el agotamiento o el objetivo de la política. El debate sobre la reforma eléctrica nos da ejemplos para ilustrar ambos significados.

El senador Manuel Bartlett se ha convertido en el principal adversario de cualquier cambio a las leyes en materia de energía. Por años, el legislador priista se ha adueñado de la agenda sobre la reforma eléctrica. Con la cooperación de algunos medios de comunicación, Bartlett ha monopolizado el tema y arrebatado siempre la última palabra. En una discusión con alta complejidad técnica, el ex gobernador de Puebla gana el debate con coplas de libro de civismo. Cuando el problema es el costo de producir un kilowatt, el senador responde que la patria no se vende. Ante la falta de recursos para invertir en nuevas plantas generadoras, el ex secretario de Gobernación le repite a su auditorio que México es más grande que sus problemas. En su singular lectura de la realidad los apagones en territorio nacional han sido un sabotaje patrocinado por los intereses extranjeros. Según su mirar, los cortes de luz en Europa y Norteamérica demostraron que la ineficiencia de nuestra industria eléctrica está a la altura de estándares internacionales. Cualquiera que ose contradecirlo es un vende patrias.

Al interior de su partido Bartlett reproduce el mismo discurso, pero en este caso no es la virtud de la nación lo que está en juego, sino la esencia misma del priismo. Aquel correligionario que se atreva a mencionar la baja productividad de la CFE o de Luz y Fuerza del Centro, comete una traición al espíritu del tricolor. Quien cuestione su posición pierde su pureza de sangre revolucionaria. Ante el chantaje de la fractura interna el PRI se cerró a discutir el tema. Sin un interlocutor de peso que le hiciera frente, el senador poblano ha sido el punto de referencia de la discusión. Así, Bartlett se ha convertido en el hombre-veto de la reforma eléctrica.

Las explicaciones de ingenieros y los cálculos de los actuarios chocan contra un muro de sentimientos nacionalistas. Defender razones técnicas es mucho más difícil que vender emociones con los colores de la bandera. En una democracia no es suficiente tener razón, también hay que ser un buen vendedor de argumentos. El debate sobre la inversión en electricidad se convirtió en un concurso de fervor por la patria...

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