Juan Ciudadano/ Iniciativa medrosa

AutorJuan Ciudadano

Un Diputado de Oposición narraba una negociación típica de los tiempos del priísmo hegemónico.

Se discutía una de las muchas reformas electorales que hemos tenido y un alto funcionario tricolor trataba de evidenciar la intransigencia de la Oposición: "Ya les concedimos el 90 por ciento de sus demandas y ni así quieren dar su voto a favor".

"Quédense con ese 90 por ciento y dénme el otro 10", respondió hábilmente el Legislador panista de antaño.

Ese 10 por ciento era la autonomía absoluta del instituto encargado de organizar las elecciones.

Todos conocemos la historia de las reformas electorales en nuestro País. Todas fueron anunciadas con bombo y platillo, pero a la hora de los hechos, en la mayoría de los casos sus resultados fueron magros. No fue hasta que el Gobierno dejó de ser juez y parte que los procesos electorales en México se volvieron confiables.

¿Por qué habría de ser diferente con el acceso del ciudadano a la información? La autonomía del órgano encargado de resolver las controversias entre un ciudadano que solicita información y el burócrata que se resiste a entregarla es ese "10 por ciento" que representa la diferencia entre una ley fachada y una ley que constituya la palanca más importante para impulsar un cambio de paradigma en el ejercicio del poder en México.

Independencia increíble

Para quienes elaboraron la iniciativa presidencial, el hecho de que el Ejecutivo nombre a los comisionados (máxima autoridad en materia de acceso a la información en la iniciativa foxista) no afecta la independencia de criterio de éstos.

Se trata del "Presidente de la transición", él seguramente nombrará a personas honorables y, además, respetará su independencia, se defienden los autores de la propuesta del Ejecutivo.

Pensar así es seguir atorado en la cultura política del subdesarrollo en la que la confianza se deposita en las personas y no en las instituciones. Qué bueno que los subordinados del Presidente le tengan confianza a su jefe, pero la historia nos ha enseñado que a la hora de diseñar instituciones, es más útil la desconfianza.

Una ley de avanzada es aquella diseñada para funcionar aun con Presidentes a los que no les interese la transparencia. Por ello es indispensable que la máxima autoridad en materia de apertura informativa no tenga manera de ser juez y parte.

Quienes sean la autoridad encargada de aplicar la ley deben gozar de todas aquellas garantías e incentivos para actuar con absoluta independencia con respecto a los...

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