Juan García de Quevedo / El paraíso perdido (12)

AutorJuan García de Quevedo

El Cardenal José Garibi Rivera vivió en el acuerdo y del acuerdo. Fue un Cardenal prudente, tal y como el pacto lo ordenaba. Hoy, Don Juan Sandoval es el Cardenal echado para adelante, conflictivo, amado y temido, siempre respetado. Don Juan Sandoval es producto de esa peculiar historia de nuestros abuelos y nuestros padres. Es la historia del catolicismo como martirio y heroísmo. Es la historia de nuestros abuelos y padres cuyos héroes son ahora beatificados.

Jalisco vivió con una intensidad única la guerra cristera y, por tanto, también vivió un jacobinismo radical. La Universidad era socialista y por ende atea, ante una población con amplísima mayoría católica. Los políticos en el poder se prohibían a sí mismos demostrar cualquier filiación religiosa. Con los curas o contra los curas, esos eran los términos, sin ningún matiz. Bautizos clandestinos, clases de religión clandestinas y, en la garganta, guardado el grito "Viva Cristo Rey", con su consecuencia querida y esperada: el martirio. La religión vivida en la clandestinidad y las historias de sacerdotes heroicos que cumplían jugándose la vida, administrando los sacramentos. La religión como heroísmo y martirio. De esto, seguramente, poco saben los jóvenes de hoy.

En el 68 aparecieron en Francia y España los famosos curas obreros, y con los fuertes vientos del Concilio Vaticano II los curas se armaron de metralletas y rosario para liberar de la opresión a los latinoamericanos. Nuevos Savonarolas, promovieron la liberación del hombre.

La verdad es que ciertos sectores de la Iglesia fueron víctimas del desencanto y confusión de su tiempo. En ese contexto, durante los setentas, Jalisco vivió un clero conservador y, con los jesuitas principalmente, un movimiento radical: cristianos por el socialismo. Época de confusiones donde la teología de la liberación y los cánticos revolucionarios nada tenían que ver con un clero ortodoxo y con cantos gregorianos. El asunto era cómo ser cristiano y tomar partido por alguno de los cristos que se encontraban en disputa: el de los pobres o el de nuestros padres.

Si algo está presente en Jalisco es su condición religiosa, específicamente católica. Jalisco difícilmente puede ser entendido cabalmente sin su catolicidad muy particular. Del viejo arreglo de las épocas del Cardenal Garibi pasamos a la reforma del 130 constitucional, al reconocimiento del Vaticano, a las visitas del Papa Juan Pablo II y, por tanto, a una Iglesia más vigorosa, combativa y con una...

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