Juan García de Quevedo / Pablo Iglesias

AutorJuan García de Quevedo

Podemos, como organización política, en pocos meses superó al Partido Socialista Obrero Español y al Partido Popular en intención de voto. Su programa radical implicaba un rompimiento con las políticas de la Unión Europea. Su radicalismo lo llevaba a propuestas que beneficiaban a los desempleados, a los sin hogar, reducía las horas de trabajo, etc. En fin, un programa irrealizable que Pablo Iglesias, el famoso político con cola de caballo o coletudo, había presentado en el más puro utopismo. Por supuesto que la mayoría de los españoles quieren ese mundo imposible, utópico y lograr saltarse las políticas de la Unión Europea. Con mucho tino político, Podemos no jugó las municipales porque ahí quedaría atrapado por la realidad, realidad que significa administrar recursos escasos y necesidades grandes y su ideario político quedaría reducido a polvo de estrellas. Sin duda Pablo Iglesias es un dirigente carismático y cuenta con una base social, incluidos los Indignados, dispuesta a seguirlo hasta sus últimas consecuencias. Una base social que puede darse el lujo de tener una militancia de tiempo completo porque siendo universitarios o habiendo terminado la Universidad, no tienen trabajo y el único horizonte posible para sus vidas es un cambio radical de las políticas públicas que les permita vivir con alguna ilusión.

El desgaste es evidente para el Partido Popular al que le tocó enfrentarse a la crisis más dura y cruda que haya vivido España desde la transición. Por otra parte el Partido Socialista parece que perdió el rumbo y las nuevas generaciones que lo dirigen tienen que radicalizarse para no darle y dejarle el espacio a Podemos.

Lo interesante de este asunto es que Podemos supera en intención de voto a dos formaciones históricas que han gobernado desde la transición hasta nuestros días. También es importante señalar que la crisis que enfrenta el Partido Popular por hechos de corrupción es inmensa, hasta el extremo de que Rajoy se vio en la necesidad de plantear normas y reglas duras con sanciones fuertes para los partidos y políticos que no obren rectamente. De ese tamaño es la crisis española y la crisis de una clase política que se ha enriquecido desproporcionadamente. A todo ello debemos sumarle la crisis catalana y podemos entender el desgaste inmenso que gobernar significa para el Partido Popular. Por un lado, la escasez de recursos y por el otro la escasez de tiempo para superar la crisis social de dimensiones brutales.

Pero la...

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