Juan García de Quevedo / Nacionalismo de provincia

AutorJuan García de Quevedo

A Julio García Briseño

Los movimientos de insurrección o los de "independencia" como lo pretendió Cataluña, deben ser muy bien pensados. Calcular consecuencias y fuerzas, riesgos. Sobre todo, conocer el mundo actual y su realidad.

En estos tiempos no se puede atentar contra la legalidad y menos contra la propia legalidad catalana. El Estado español es un Estado de leyes, democrático y con libertades plenas. Gobierne quien gobierne. Ese es el precio del anhelado deseo de España y más de Cataluña de ser europeos.

La campaña mediática de los primeros días prendió el corazón y la inteligencia de nuestra progresía: una represión inadmisible en la Europa democrática y a partir de esa premisa, toda la demagogia al uso.

La comunicación de los que buscan separar a Cataluña de España fue tramposa y plagada de mentiras. Y la progresía se las tragó todas e hizo causa común con un grupo que no entiende que sin Europa, Cataluña sencillamente queda paralizada y pasa a una real inexistencia económica y política. Fuera del Euro no hay salvación. Al margen de la ley no hay democracia posible.

Una camarilla política y económica pensó que podía salvarse de los delitos cometidos en su larga gestión pública. Crearon a un grupo de irresponsables para que gestionara la insurrección y así negociar la urgente impunidad de esa camarilla de políticos y empresarios y pusieron al frente del Gobierno autonómico al Sr. Puigdemont y a un grupo de radicales que decidió romper las reglas de la democracia. Organizar un referéndum ilegal y luego llevarlo a cabo de la manera más tramposa posible, rompiendo la institucionalidad democrática.

La ausencia de realidad y el mundo festivo de las manifestaciones crean irracionalidad y locura.

El hecho diferencial catalán, yo soy distinto a ti, diferente a ti, puede ser una virtud de la pluralidad de identidades, pero en el extremo del odio es sencillamente la simiente del fascismo. Porque el odio al otro, a su lengua y costumbres, es más que peligroso. Ese grupo político y económico no pensó en las consecuencias que tendría este exabrupto para la banca y demás empresarios más que poderosos.

Los actos de deslealtad con la democracia cuestan caro y muy caro. El Sr. Trapero, jefe de Mossos de...

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