Juan García de Quevedo / Nuestro Mundo

AutorJuan García de Quevedo

En toda América Latina, tanto la derecha como la izquierda toman al Estado como patrimonio propio. Quizá Costa Rica sea una excepción, excepción muy significativa. En Nicaragua, el sueño de Daniel Ortega es convertirse en la versión joven de Somoza. Colombia tiene una mesa de discusión de la Paz que lleva meses y meses y, como es lógico, ponerse de acuerdo implica la capitulación del Estado. Venezuela con Maduro en la Presidencia que está muerto pero no se entera. Ya no habla con Chávez a través de los pájaros. Maduro es como su físico lo indica: guardaespaldas o golpeador y busca pleitos. En Chile Bachelet no se libró de la corrupción de su hijo. En Argentina entiendo por qué creen que la política se aprende del abrazo amoroso y les encantan las viudas. En fin, que dada la importancia geográfica, demográfica de Brasil también la Presidenta Dilma Rousseff entró en crisis por hechos de corrupción. Es decir, que una característica del subdesarrollo es ese fruto podrido de la corrupción. Y la corrupción se debe justamente a la pobreza y desigualdad que priva en nuestra América. La ética no es un valor en sí y por sí. Parece que todos los gobernantes latinoamericanos fueron alumnos de la escuela de dirigentes del profesor Hank González donde aprendieron e hicieron suya la máxima de "Político pobre, pobre político". En esto de la corrupción no podemos diferenciar a políticos de izquierda y de derecha salvo el honroso y notable caso de Uruguay donde Mujica es un hombre de excepción por sus valores éticos y sus convicciones sociales. Somos un continente olvidado, sólo preocupamos a los norteamericanos cuando Cuba era vigente y un ideal a seguir y llenó de guerrillas a toda nuestra América Latina con su ejemplo y por su ejemplo. Provocando el surgimiento de dictadores de novela y caricatura cuyos sueños no llegaban más lejos que tomar al país como empresa y hacer grandes negocios con su patria.

A la Unión Europea llegan miles y miles hasta pasar la cifra de un millón de personas por la guerra siria y un conflicto que no han podido resolver porque entre otras cosas no hay un país valiente que mande un ejército a tierra y haga la guerra. Además de la guerra pienso que también es un viaje a la tierra prometida donde abundan las tragedias porque la mar es brava y las pateras no pueden cargar...

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