Juan García de Quevedo / La crisis de los partidos

AutorJuan García de Quevedo

La máxima ciudadana es clara: la corrupción política ha llegado a grados intolerables. Los políticos ante esta realidad son incapaces de crear una nueva narrativa. La política y los políticos lo corrompen todo, todo lo que toca un político se pudre. Esta versión ciudadana cada día se abre camino ante hechos inadmisibles de la clase política. Es por toda esta imagen (historia) de hipocresía y corrupción que la clase política tiene la obligación de tomar cartas en el asunto con respuestas puntuales. Auditar lo oscuro y lo opaco, auditar con gran seriedad y que lo puedan hacer firmas o nombres de auditores con larga carrera de honestidad acreditada. Se exige transparencia, decencia y coherencia y que deje de ser la política el trampolín para los grandes y jugosos negocios. Los españoles, cuya clase política también se encuentra en franca crisis, viven con el caso Pujol y Bárcenas episodios de escándalo ante una sociedad en "paro" y gravísima crisis financiera.

Ante estos hechos, ante esta percepción de los políticos que se esparce entre la ciudadanía, se presentan alternativas falsas para lograr la reconciliación de la clase política con su sociedad. Una de ellas es la de las candidaturas ciudadanas. Suena bien y la bienpensantía lo considera una aspiración mayor. Pero hoy que los partidos se doblegan ante el poder fáctico, el gran capital y los organismos del gran capital que cada día interviene más en política, no vemos los efectos perversos que estas candidaturas ciudadanas pueden engendrar. Pensemos sólo un por momento que un señor muy rico se decide a apoyar a cinco candidatos al Congreso con el pomposo nombre de candidatos ciudadanos. Lo más seguro es que gane la elección el candidato ciudadano o mejor dicho, el señor que metió su capital en ese negocio político, y también lo más seguro es que el "intachable" ciudadano le haga los servicios y favores, es decir, le pague la inversión y con altísimos intereses. Casos conocemos muchos porque hoy en día la fuerza y voracidad del capital no conoce límites. Me dirán que, al margen de los candidatos ciudadanos, eso ya existe con la famosa práctica del "lobbying", pero siempre, por mi experiencia, está el partido y el grupo parlamentario para eventualmente frenar las iniciativas que de estas negociaciones emanan. En lo personal me tocó, en la segunda legislatura de Zedillo, frenar una iniciativa del PAN referente a...

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