Juan García de Quevedo / La Constitución

AutorJuan García de Quevedo

Hace años se escuchan máximas políticas de nuestros Presidentes en torno a la Constitución: soy de izquierda dentro de la Constitución, la Constitución es programa y acción, con la Constitución arriba y adelante, etcétera. En los tiempos del partido prácticamente único, solo los Presidentes, con mucho cuidado y a veces ninguno, le hacían reformas que el Congreso evidentemente autorizaba. La cantidad de reformas que ha sufrido nuestra Constitución es altísima, no recuerdo la cifra exacta pero son más de seiscientas.

Se hablaba con verdadera reverencia de que la nuestra fue la primera Constitución social del mundo. Los derechos de una clase, la clase obrera, estaban en el artículo 123, incorporados a la ley de leyes. El que estuvieran en el texto constitucional los derechos de una clase para muchísimos constitucionalistas significaba un verdadero escándalo, lo más heterodoxo de la heterodoxia, una verdadera herejía constitucional. Y así muchos mandatos constitucionales como el artículo 27 que nos dice que originariamente la tierra pertenece a la Nación y luego se constituye la propiedad privada por mandato constitucional, lo que era otra herejía porque para la mayoría de los teóricos de la Constitución, la propiedad privada es un derecho natural. Luego las tres formas de propiedad: la ejidal, la comunal para los indígenas y la privada. Bueno, sólo cito dos ejemplos de la Constitución de 1917, que para muchos era la más avanzada del mundo mientras muchos otros la consideraban una verdadera herejía.

La Constitución, esa decisión política fundamental que un pueblo en uso de su soberanía se da a sí mismo, conforme pasa el tiempo ha tenido que adecuarse a nuevas realidades sociales pero sobre todo políticas. Algunos argumentan que la Constitución en muchos de sus artículos obstaculiza el desarrollo nacional, mientras otros afirman que por el contrario lo fortalece. Es decir que la disputa por la Nación pasa necesariamente por una visión del desarrollo y por tanto de la Constitución. Unos hablan de la urgente necesidad de privatizar Pemex y por tanto, reformar la Constitución, y otros nos dicen que Pemex debe seguir tal cual está ordenado por la Constitución; unos nos dicen que el régimen presidencial constitucionalmente establecido es el mejor y otros que debemos ir a uno parlamentario.

Lo cierto es que todas las discusiones políticas de fondo son discusiones constitucionales. Lo grave es que sean justamente los políticos, que se caracterizan por...

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