Juan García de Quevedo / Así anda el mundo

AutorJuan García de Quevedo

Hoy tenemos una izquierda arrogante que parte del supuesto de que la moral, la razón y la ética están de su lado.

Toda esta izquierda habla como si la historia entera estuviera de su lado pero sobre todo la justicia. Por tanto, hablan en nombre de la justicia. Mayor ventaja filosófica no se puede tener.

Una izquierda justiciera frente a una derecha que admite en los hechos que la desigualdad y la pobreza son realidades históricas que le dan la razón.

La derecha habla de una desigualdad natural de los hombres y por tanto esa desigualdad tiene que manifestarse en formas de vivir la vida. La derecha no se siente responsable de la desigualdad porque al azar nada ni nadie lo maneja. El que nació en cuna humilde y pobre no es culpa del que nació en cuna de todos los privilegios. El privilegio de ser rico, el privilegio de que ese ser rico se traduzca necesariamente en mayor riqueza y así hasta el infinito donde buena cuenta da la historia de estos hechos.

Desde el derecho divino de los reyes a ser reyes hasta el derecho de los hijos de los banqueros a ser banqueros. Un amigo muy rico me dijo: La lucha de clases se acabó y ganamos nosotros, los menos. Seguramente así lo quería la historia, por tanto, la historia está de nuestro lado. Seguramente por azar somos hijos del privilegio pero siempre en la historia ha habido privilegiados que gobiernan la riqueza del mundo.

La izquierda se dedica a la prédica pero su discurso moral ya cansó y los pobres no obtuvieron nada, absolutamente nada de ese discurso. Mira como está Cuba, con una monarquía envejecida a la que le quedan pocos años de vida y ven en el Presidente del imperialismo yanqui a su salvador. Estos son los hechos y ante los hechos no caben argumentos. Hoy los norteamericanos viajan a Cuba en busca de playas y negocios para restablecer el viejo orden de cosas. Una verdadera zona de recreo para los norteamericanos, donde puedan bailar y pasar noches eternas ante esas mulatas maravillosas.

La cuestión es aceptar cómo es el mundo, los hechos del mundo, las verdades del mundo y olvidar a los profetas de la igualdad que están bien para la adolescencia. Mira a Grecia: se rebeló, tuvo su líder, el famoso Tsipras, quienes manejan Europa ya habían...

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