Juan García de Quevedo / Alfaro y el panismo

AutorJuan García de Quevedo

Los partidos son esenciales para la vida democrática. Cuando los partidos se desgarran por intereses personalísimos el golpe a la democracia es inevitable. Los partidos exhiben su más absoluta mezquindad, ruindad y demuestran que carecen de fondo ideológico. La miseria de la política salpica a todos y en ese juego de deslealtades todos pierden.

Un rumor se extiende sobre Jalisco: Emilio González Márquez, actual Gobernador panista, dividió sus apuestas y tal parece, por los hechos, que apostó más a la candidatura de Enrique Alfaro. Se pensaba que él iba a arrastrar una gran cantidad de priistas, pero los hechos señalan que son más los panistas, y más significativos, con los que cuenta el candidato Alfaro.

Enrique Alfaro tiene un programa, el suyo y el que le dé votos. Su relación con los partidos que lo postulan es cada vez más lejana. Alfaro tiene todo el derecho, por buenas o malas razones, de buscar el triunfo, pero lo que nos asombra es la adhesión de panistas importantes a su causa y la traición a su partido, sin el deslinde obligado.

Fernando Guzmán habla de Judas, yo hablaría de traidores a una causa, a un partido del que vivieron, y bastante bien, durante años y años. Según la costumbre (los famosos chapulines) pueden brincar de un partido a otro, pero de forma abierta y clara, y sobre todo exponiendo motivos. Parar al PRI a cualquier precio fue una de las razones que llevaron a esa alianza PAN-PRD -cuestionada y criticada por amplísimos sectores del panismo- en varios Estados de la República, pero cuando el PAN es Gobierno -y este Gobernador ha hecho, dicho, deshecho lo que le viene en gana-, es por lo menos dudosa y más aún incalificable, su actitud ética y política.

No sé a qué acuerdos haya llegado el candidato Alfaro con el Gobernador Emilio González, pero el responsable fundamental de esos acuerdos, que se traducen en debilitar a Fernando Guzmán, es única y absolutamente el Gobernador. Para el candidato Alfaro, lo que venga es bueno para sus propósitos, pero en el que no cabe lógica ni ética posible es en el que supuestamente manda en Jalisco.

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