Juan García de Quevedo/ La izquierda, ¡da pena!

AutorJuan García de Quevedo

Hace años la izquierda vive políticamente de la esperanza marquista. No como avanzada, sino retaguardia, muy a la cola de lo que Marcos dice y decide. De Marcos acepta todo: regaños, ironías; la izquierda va literalmente a bailar con la música que le toquen. Debe haber en fotos de archivo o grabadas en muchas memorias las imágenes de Porfirio Muñoz Ledo y Cárdenas bailando en "algún lugar de la selva chiapaneca".

Al margen de los absolutos encantos de Marcos, la rebelión zapatista y su expresión política (iniciativa Cocopa) es para la mayoría notablemente conservadora y expresa el atraso de Chiapas. Chiapas, tierra de Obispos, generales, terratenientes y caciques. Caciques mestizos e indígenas más un criollaje verdaderamente desalmado. En fin, los criollos chiapanecos que son terratenientes tienen todavía un alma feudal.

El asunto fuerte es cómo pretende ser moderna una izquierda que en lugar de trabajar en Tlalnepantla, Nuevo León y su impresionante zona industrial, el larguísimo corredor maquilador de la frontera norte y con los sindicatos de las industrias de punta o exportadoras, se refugia en el mundo criollo y clase mediero del marquismo. Cómo es posible que dedique toda su atención a un estado como Chiapas que muy poco significa para banqueros, industriales, grandes comerciantes y productores de conocimiento técnico y científico.

Una izquierda que prefiere leer en tzotzil que en inglés y alemán difícilmente puede ser moderna por no estar al tanto de la agenda occidental. Admito que de la cultura indígena lo más valioso y rescatable son sus lenguas, pero prefiero una dirigencia de izquierda que pueda hablar con los socialistas alemanes, ingleses, etcétera, que con los dirigentes indígenas. Partiendo del principio aceptado por todos que el conocimiento absoluto del fenómeno humano, siendo deseable, es imposible. Tener una izquierda que olvida que el segundo socio comercial de Estados Unidos es México y se pasa más de seis años pensando que el destino de la nación se decide en Chiapas con Marcos y don Samuel, sencillamente es la mejor manera de que los banqueros sigan desayunando con champaña y sin preocupación alguna.

Los pleitos históricos de las tribus preperredistas continúan. Ahora quieren acabar políticamente al coordinador de los Senadores por haber votado a favor de la ley que estructuró el Poder Legislativo -que no fue la de la Cocopa, sin cambiar, como exigía Marcos, ni un punto ni una coma-. Marcos pedía, más bien exigía, la...

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