Juan García de Quevedo / Los misterios del toreo

AutorJuan García de Quevedo

¿Por qué se habla del duende del torero? Porque es un elemento misterioso que habita su alma y su emoción, porque está en una particularísima concepción del mundo que es un golpe de dolor y amor que trasciende el lenguaje como lo trasciende el hombre tocado por Dios.

Porque el duende es un soplo místico que logra transfigurar al torero desde los infiernos de la animalidad del toro hasta transformar a toro y torero en algo que está más allá del arte para convertirse en oración.

Porque toro y torero logran trascender la finitud, lo efímero, en algo estatuario que no se puede olvidar como la visita de Dios que tanto suplica el insomne.

El duende aparece como el milagro que supera la faena soñada porque el duende contagia a los tendidos, porque el duende es como la garganta desgarrada del cantaor que en el rugido de su lamento invoca a Dios, al amor, al desamor, al encantamiento que rompe el silencio de la noche.

El duende se posesiona del torero, el duende escoge a quién y sus extrañas razones no son descifrables porque entran en los abismos del misterio.

El duende no se aprende ni se enseña, hay hombres, muy pocos por cierto, que nacen con él y ese duende sólo puede explicarse como la proposición mística de la belleza pero al mismo tiempo está más allá de ella.

Lola Flores, Manuel Caracol, Paco de Lucía y algunos otros eran poseídos por el duende como lo es Morante de la Puebla. Toro y torero logran en virtud del duende esa unidad de emoción y razón, de esa bestialidad dominada por entero por el misterio del espíritu.

Enrique Ponce es dueño de un arte, un valor y una técnica fuera de lo normal, pero por alguna extraña razón el duende no quiso apoderarse de su persona siendo un torero exquisito, creador de momentos de extraordinaria belleza que hacen de su inteligencia y conocimiento del toro la concreción de lo bello. Sin embargo no es un torero encantado por el duende.

José Tomás reta a la muerte, le marca a la muerte ritmos, tiempos y la burla poniendo su cuerpo de por medio. José Tomás torea con una fe mística y en cada corrida vive una muerte y una resurrección. Sabe mirar a la muerte de frente y ganarle la partida en ese ajedrez trágico, partida dominical donde logra la maravilla de quedar tablas porque...

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