Juan García de Quevedo / ¿Felipe El Breve?

AutorJuan García de Quevedo

En este mundo las novedades o casos inéditos se suceden con una rapidez vertiginosa que es difícil procesar con la debida calma y prudencia.

Dos Papas, uno en funciones y otro en retiro y oración. A todos nos sorprendió, y mucho, por la costumbre que teníamos de que el Papa era Papa hasta que muriera. Dos santos al mismo tiempo y a la misma hora, el del Concilio Vaticano II, Juan XXIII, y Juan Pablo II, Papas con concepciones distintas pero ambos santos.

Y ahora, en España, dos reyes, el que abdica y el que espera la resolución de las Cortes. El rey Juan Carlos, cuya popularidad iba en descenso alarmante por el asunto de su yerno (¡y por la muerte del elefante!), fue entre otras cosas un rey que pidió perdón al pueblo español por su conducta extravagante.

Pero fue también un rey que gozó mucho tiempo de una amplia aceptación, hasta el extremo de que muchos españoles se decían juancarlistas, que no monárquicos. El rey fue un factor clave en la transición española, empujándola hasta el extremo de sus posibilidades, hasta el extremo de que Santiago Carrillo, líder del Partido Comunista español, al referirse a él decía que sin el rey la legalización de su partido hubiera sido imposible. A Santiago Carrillo le interesaba la democratización de la sociedad española, sin importarle mucho la República por la que tanto luchó. Carrillo quería un país con libertades plenas, con sindicatos libres, prensa libre y una opinión pública que pudiera expresarse con plena libertad. Si su país era una monarquía constitucional o una República, no le parecía una cuestión esencial. Al rey, los grupos conservadores lo acusaban de haber traicionado al generalísimo Franco, a quien le debía, en última y primera instancia, ser rey.

El rey con la transición acercó España a Europa, fue un rey que supo medir su tiempo y los reclamos de una sociedad que no soportaba más la represión de que era objeto ni ser una excepción en una Europa democrática. Una Europa que, republicana o monárquica, vivía a plenitud la democracia.

El rey fue también un factor esencial para detener el golpe militar de Tejeros, algo que lo revalidó como un rey demócrata.

Luego, mucho después, vinieron los...

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