Juan Enríquez Cabot / Dos versiones...

AutorJuan Enríquez Cabot

Fue atentado, fue accidente. Hay dos versiones que circulan en torno a todo lo que se fragmenta hoy día en el país. Habría que decidir cuál de las dos versiones es peor, porque es incidente tras incidente, tragedia tras tragedia.

Por un lado, si es que osara un extraño enemigo deshacer y desmantelar sistemáticamente parte de la patria... Pues sería más que grave. Pero habría un objetivo claro a combatir, a quién culpar, combatir y eliminar. Pero resulta que una y otra tragedia, según el gobierno, fue accidente, no complot. Solo un accidente más. Se fulmina contra sospechosistas que osan preguntar: ¿cómo es posible que mueran, en accidentes aéreos, dos secretarios de Gobernación? Esto en época donde no ha habido un solo muerto en un accidente aéreo comercial en Estados Unidos durante varios años. Momento donde las probabilidades de ser presidente de Estados Unidos son estadísticamente mayores a las de morir en un accidente aéreo comercial.

O sea, las probabilidades de morir en un accidente aéreo, para dos que ocupan el mismo cargo, en un sexenio, son infinitesimales, a menos de que haya complot de malosos. O... a menos de que prevalezca extrema, abrumante, catastrófica incompetencia. A menos de que se hayan acumulado décadas de caos, negligencia, corrupción e impunidad. En este caso, si no falló el equipo de seguridad, entonces fue equipo de mantenimiento o pilotaje. No una, sino dos veces. Esto indicaría que los estándares de mantenimiento y entrenamiento en el Estado Mayor Presidencial son más bajos que los de África. No ha habido, en el mundo, un corto periodo en el cual mueran, en accidentes aéreos, no en atentados, los dos principales encargados de seguridad.

Algo similar ocurrió en Acapulco con la violación de las españolas. No fue como dijo el infeliz aborto de alcalde un incidente que "ocurre en cualquier parte del mundo". Fue, según lo detalló Sergio Sarmiento, una de muchas violaciones tumultuarias en la misma zona, mismo método, probablemente misma banda. Pero en las anteriores, no tratándose de extranjeras, sino de meras mexicanas, se escondió, intimidó, amenazó a quien osara denunciar. Son gravísimos cada uno de los atentados. Son aún más graves los encubrimientos sistemáticos, las negaciones, las mentiras y amenazas que le permiten asegurar, estadísticamente hablando, a alcalde, a gobernador, a secretario de Gobernación "las cosas no están tan mal aquí. Fue un solo incidente. La prensa exagera". Se encubre, se miente, se deja...

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