Juan Enríquez Cabot / Ceiba o sembrador

AutorJuan Enríquez Cabot

En la academia de primer nivel hay dos tipos de profesores estrella. Las ceibas y quienes siembran por doquier. En vida, ambos acumulan enorme reconocimiento y poder. Pero es mucho más probable que las ideas y proyectos de los segundos trasciendan. Lo mismo ocurre en la política.

Todos conocemos ceibas académicas. Grandes santones -casi siempre hombres- con egos interminables y palabrería sin acabar. No importa el tema, ellos saben y solo su opinión cuenta. Quienes cuestionan acaban sin plaza. En general las ceibas tuvieron una o dos ideas importantes en su juventud y las repiten y defienden a morir el resto de sus largas vidas. No necesitan escuchar o aprender de nadie. Cada libro, cada curso, es refrito de más de lo mismo. Atraen a mediocres, no crean escuela. Después de muertos no hay quien tenga el prestigio para mantener la catedral académica que antes parecía tan importante. Sus ideas, su proyecto, acaban en deteriorada y abandonada tumba.

Hay otro tipo de maestro, quien deliberadamente busca espacios donde es él quien más tiene por aprender. Escucha mucho. Habla solo cuando sabe. Se deleita cuando atrae a una alumna más lista que él. Si sus alumnos se vuelven más trascendentes, si tumban sus tesis con mejores ideas, el viejo profesor lo celebra. Su poder e impacto trasciende porque supo escuchar, aprender, crear lo nuevo, sembrar más inteligencia. Sus ideas derivan escuela que crece, evoluciona y se fortalece. Profesor más humilde y generoso, por eso es admirado, querido y trascendente.

En política también hay ceibas y sembradores. El lío es que mientras más poderoso te vuelves, más es la tentación de volverse ceiba. El poder es canijo; mientras más tiene uno, más se la cree. La poción que buscaba Ponce de León existe. A diferencia de nosotros, los meros mortales, la Presidencia hace que el susodicho se crea cada día más joven, bien parecido, chistoso, listo. En México, los presidentes acaban sintiéndose genios invencibles e inmortales. Acumulan poder, hasta el quinto año. Y justo antes del destape, el Tlatoani decide que sus ideas y proyectos son tan importantes y trascendentes que tiene que asegurar su continuidad cueste lo que cueste. Nadie lo puede sustituir o igualar. Olvídate de superar. Imposible. Por ende, el Tlatoani en curso se...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR