Juan Diego: Una canonización subversiva

AutorHéctor Zagal

La veneración que la Iglesia católica profesa a los santos fue una de las causas que propició la Reforma protestante. No es ningún secreto que en la práctica se han dado abusos y supersticiones. Papas y obispos han advertido contra el peligro de hacer del santoral cristiano un panteón politeísta. Basta visitar las iglesias de algunos barrios -no hace falta ir a San Juan Chamula- para darnos cuenta de que la devoción popular se desvía frecuentemente y sustituye el culto al Dios único por el de "San Juditas" o el de "San Jorge bendito".

Sin embargo, la Iglesia continúa promoviendo la devoción a los santos. Juan Pablo II ha sido prolífico en canonizaciones; algunas de ellas, complejas, como la de Juan Diego o como la de Edith Stein. ¿Por qué? ¿Qué busca la jerarquía al canonizar a una persona?

Antes de responder estas preguntas, conviene precisar los conceptos de canonización y santidad.

En el lenguaje coloquial, el término "santo" es ambiguo. Conviene aclarar el sentido técnico. Para la teología católica, el apelativo "santo" corresponde a aquella persona que llega al cielo, es decir, que goza de la visión beatífica de Dios, según explicaron los medievales. Por decirlo así, "los santos son los pobladores del cielo". En este sentido, la mayoría de los santos no están canonizados; no conocemos los nombres de todos las personas que están en el cielo.

En algunas ocasiones, el Papa reconoce pública y solemnemente que una persona goza de la visión de Dios. Ejerce un acto de autoridad, y canoniza. Los católicos obedientes al Papa creen que tal o cual persona disfruta de la amistad del Creador en el más allá.

Habitualmente, la canonización está precedida de un complicado proceso jurídico. Intervienen historiadores, científicos, canonistas, obispos, cardenales. Se llama a testigos y se rastrean testimonios. Hay un postulador de la causa de canonización y una contraparte, que coloquialmente se conoce como "abogado del diablo", cuya misión es velar por el rigor del proceso.

Obviamente, ningún estudio de este tipo es suficiente para demostrar científicamente que alguien está en el cielo. Estamos en el terreno de la religión sobrenatural: las canonizaciones son cuestión de fe. Sin embargo, el catolicismo occidental siempre ha pregonado aquello de que la gracia no destruye la naturaleza, sino que la presupone. En otras palabras, la fe de la Iglesia católica procura apoyarse hasta donde le es posible en la razón.

La canonización de Juan Diego es el...

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