Juan Ciudadano / De Kyoto al DF

AutorJuan Ciudadano

El habitante de la Ciudad de México tiene la posibilidad de saber en qué medida contaminan el aire del planeta las empresas japonesas; pero no de conocer los estudios de la calidad del agua que llega hasta su casa.

Desde lo más inmediato, el vaso de agua que llenamos al abrir la llave, hasta lo más indirecto y de efectos indirectos y de largo plazo como la emisiones de gases que producen el efecto invernadero, la información es indispensable para detener el abuso de los recursos naturales y contrarrestar a los poderes económicos y políticos.

La cultura de respeto al medio ambiente nace de la toma de conciencia de que el aire, el agua y la tierra son nuestro patrimonio natural formado por recursos abundantes pero finitos y que los efectos del consumo de los mismos no respetan fronteras nacionales.

Si la deforestación del Amazonas, la depredación de especies o la emisión de gases contaminantes nos afecta a todos, entonces la información sobre el uso de los recursos naturales tampoco tiene por qué detenerse en las líneas que dividen a los países.

En esta lógica, México forma parte de los 141 países que ratificaron el Protocolo de Kyoto y se comprometieron a reducir la emisión de gases de invernadero en 5.2 por ciento en el período del 2008-2012, con respecto al nivel que prevalecía en 1990.

Este es un logro importantísimo del derecho internacional, porque la intención de reducir la contaminación del aire está acompañada de mecanismos de vigilancia y de compensación con los que empresas y Gobiernos pagan por reparar las emisiones de gases contaminantes.

Cumplir con un compromiso, al mismo tiempo específico y de alcances globales, presupone la existencia de una cultura de la disponibilidad de información ampliamente extendida en la que la explotación, transportación y consumo de los recursos naturales esté a la vista de todos.

Pero en el DF el orden esperable en el que tenemos la posibilidad de protegernos del envenenamiento de los recursos naturales está completamente alterado por la cerrazón informativa del Gobierno de la Ciudad: podemos cuidarnos de la contaminación del aire producido por las industrias europeas gracias al Protocolo de Kyoto, pero no de protegernos de la amenaza más inmediata que es el agua entubada que consumimos.

Absurdos como éste (entre lo que se pretende lograr al nivel global y lo que se puede alcanzar al nivel local) se dan cuando autoridades como las del Distrito Federal no salen del paradigma de que la información...

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