Juan Ciudadano / Por fin Calderón se adueña

AutorJuan Ciudadano

Prácticamente concluida la aprobación legislativa, Felipe Calderón parece estar dando un paso al frente para apropiarse de la reforma de seguridad y justicia.

Esto es bueno, porque no hay otra forma de que ésta tenga éxito.

Si durante el proceso de deliberación en la Cámara de Diputados y el Senado ayudó el bajo perfil -intencional o no- del Presidente, ahora se vuelve indispensable su presencia, su liderazgo para asegurar recursos, coordinación y manejo político en abundancia.

El jueves pasado, frente a la cúpula del Poder Judicial, Felipe Calderón desarrolló, por primera vez, su visión frente al enorme reto que habremos de acometer como País.

Su mensaje se sintetiza en dos ideas: la justicia mexicana está en quiebra y ésta se puede revertir si el proceso de implementación mantiene la visión de sistema, de un todo interdependiente.

La bancarrota de la justicia mexicana es tan indiscutible, que su descripción no le exigió matices al Presidente. No creemos en nuestras instituciones de justicia, porque ésta no es ni pronta ni expedita; porque el Estado no ofrece garantías procesales ni a los acusados, ni a los ofendidos, ni a las víctimas; porque la justicia local está abandonada a su suerte; porque no hay coordinación ni corresponsabilidad entre órdenes de Gobierno, y porque la complejidad del fenómeno delictivo rebasa con mucho la capacidad de nuestras instituciones encargadas de procurar e impartir justicia.

Revertir este desolador panorama exige abordar el problema entendiendo que es todo el sistema el que no funciona. Es decir, que se está frente a un conjunto de relaciones -entre policías, agentes del Ministerio Público, defensores y jueces- que son interdependientes y que, por lo tanto, el problema sólo se aborda tomando en cuenta al todo.

Para la implementación de la reforma, el Presidente enumeró cinco objetivos a perseguir, mismos que se alcanzarán, no por el hecho de tener nuevos principios adornando la Constitución, sino en la medida en que se invierta músculo administrativo y político. Estas metas son:

  1. Agilidad y transparencia. Simplificar la justicia al máximo, asegurar la presencia del juez a lo largo de todo el proceso y así poder lograr la continuidad, visibilidad e inmediatez del juicio.

  2. Cerrar espacios a la corrupción. La formación de economista y abogado le facilita al Presidente entender que cada trámite es un mercado para la corrupción. Por eso nuestro largo y tortuoso sistema de justicia, en el que cada litigio pasa...

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