Juan Ciudadano/ 'Aceitar' la burocracia

AutorJuan Ciudadano

El empresario está acostumbrado a ajustarse al entorno en el que opera su negocio.

Parte de esta capacidad de adaptación proviene de entender que el camino del éxito es distinto en un ambiente de transparencia que en un entorno en el que se hacen tratos con el Gobierno en la oscuridad.

La vecindad entre México y Estados Unidos es fuente de muchos ejemplos en los que aquel que quiere hacer negocios "allá" se vuelve pulcro en sus relaciones con la autoridad y quien viene a invertir "acá" aprende el arte de la transa.

Igual sucede con el paseante. El mexicano que cruza la frontera inmediatamente modifica su comportamiento: deja de tirar papeles, de violar las normas de vialidad y de extorsionar al oficial de tránsito.

Su contraparte es el estadounidense que se convierte en patán al cruzar el Río Bravo para emborracharse en las calles de Tijuana o Nuevo Laredo.

Si bien estas dos imágenes pudieran parecer algo caricaturescas, tienen su razón de ser: una alta proporción de las personas y las organizaciones determinan su actuar de acuerdo al conjunto de incentivos imperantes.

Esto sucede entre los turistas y sucede también en el ámbito de los negocios.

La firmeza o laxitud con la que se aplica la ley es tomada en cuenta por quien busca maximizar sus ganancias... o su diversión.

La proclividad a la trampa no es genética, como tampoco se puede decir que sea enteramente "cultural".

Hay todo un marco jurídico-institucional que en un caso invita a sacar ventajas ilegítimas y, en el otro, al comportamiento ético.

En todo el mundo el empresario busca ganar utilidades hasta el límite de sus posibilidades. Esta no es una inclinación exclusiva del empresariado mexicano, es parte de la naturaleza del negociante, es una realidad universal.

Si la compañía petrolera británica Shell viola estándares ambientales en Nigeria o la firma deportiva estadounidense Nike soborna funcionarios en Vietnam, es porque los altos ejecutivos de estas dos compañías han aprendido a relacionarse con funcionarios gubernamentales que operan en ambientes de oscuridad.

Como consecuencia de los procesos de globalización económica, los supuestos códigos éticos de empresas transnacionales han tenido que ceder ante la necesidad de "aceitar" con pagos irregulares los trámites llevados a cabo en países menos desarrollados, países cuyas estructuras burocráticas funcionan en el sigilo.

Los empresarios se enredan en actos de corrupción con el Gobierno cuando esto es económicamente racional.

Es...

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