Nosotros los jotos / Velludo hasta las anginas

"Busco... me uuurge, me es in-dis-pen-sa-ble un HOMMMBRE. ¿Yo? Divino, ejecutivo júnior, educado, exquisito y cuasi excéntrico. ¿Tú? Mayor de 35, si tienes bigote, regio. Bien dotado, por supuesto, refinado y con recursos. Escríbeme, no te arrepentirás. Keno".

Este anuncio, que en la época actual de las aplicaciones de putería instantánea vía celular arranca una sonrisa de ternura, fue uno de los 22 que aparecieron en la sección "Deseos" del primer número de la revista "Del otro lado", lanzada en enero de 1992 por el Centro de Información y Documentación de las Homosexualidades en México "Ignacio Álvarez".

Dicha sección tenía un subtítulo sugerente: "Un intento más por recuperar, por qué no, el amor...". Utilizarla implicaba un engorroso y lento procedimiento de envío del mensaje a través de correo postal, tenía un costo de 50 mil (viejos) pesos por aparecer la primera vez y $30 mil las siguientes, y como regla básica advertía algo de lo que deberían aprender hoy esas aplicaciones de ligue como Grindr: "No publicamos anuncios que impliquen menoscabo a la dignidad de las personas; por ello, no aceptamos frases como: 'no afeminados', 'no obesos', 'no obvios'".

En esa tónica, un tal Tony escribió hace más de dos décadas con la esperanza de seducir algún galán a través de esta demorada vía: "Parezco más joven de lo que soy. Si tienes ese fetiche, te invito... ¿Eres guapo? ¿Te gustan las emociones fuertes? Te necesito para que me ames mucho. Estudio leyes y hago monerías".

El fin de semana estuve releyendo con gran regocijo y añoranza varios de los 19 números de la colección completa de esta publicación audaz que me regaló mi muy querido y admirado Juan Jacobo Hernández, quien fue su valiente director hasta su cierre en enero de 1995.

Por supuesto que en mi juventud tuve muchas de estas ediciones en mis sucias manos, después de comprarlas con gran vergüenza en el puesto de periódicos, y también escribí a los deseosos anunciantes...

"Fuimos los primeros en sacar modelos con el pito parado", me presumió Juan Jacobo cuando me entregó la colección hace unos meses. Ver de nuevo al marinero que, dos puños cabeza al aire, presume su rifle listo para el asalto, detonó un recuerdo...

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