Nosotros los jotos / La última orgía

Una orgía es una descarga de tensión organizada, Burgo Partridge.

El martes pasado cavilaba mi cabecita (la que goza más que piensa) si, ante la actual contingencia sanitaria, sería prudente escaparme a mi club favorito de recreación al desnudo.

Aún indeciso y antes de darme el elemental baño de cortesía, me asomé a sus redes sociales a verificar si habría la tradicional tardeada. ¡Oh, no, no la habría! De hecho, el local suspendía sus lúbricas actividades a partir de ese día y hasta nuevo aviso, según un cartelito adornado con el ojete virus en tonos lila, y un supuesto doctorcito desnudo al que le colgaba un estetoscopio.

La mayoría de los 35 comentarios celebraban la responsable decisión y solo un par señalaban (absurdamente) una doble moral de su administrador, ya que se preocupaba por el Covid-19 y no por las infecciones de trasmisión sexual que en un escenario de retozos múltiples y anónimos habitualmente pueden adquirirse.

Si te estornudan el chile no te da VIH, reflexioné, además de que el condón es un método de prevención efectivo en prácticas más profundas, cuyo uso o no, en cualquier contexto, depende de cada personita. En ese contexto, el equivalente para el nuevo coronavirus, cuya facilidad de contagio es mayor a la de la influenza, sería meterse en una bolsa ziploc antes de darse unos besos, que resultarían asépticos pero sabrían a plástico.

Para darle salida a mi venérea frustración, publiqué en mi Facebook: Se suspenden las orgías hasta nuevo aviso. El gracejo se ganó más de 200 reacciones, sobre todo con la carita Me divierte, y varios comentarios de sano pitorreo.

Pues, se suspenden nada más porque quieres, anotó insinuante Carlos O'riordan, un rico amante que conservo de pasadas fiestas saturnales, como las llamaban los antiguos romanos, adoradores de Saturno (dios de las cosechas) y maestros de todos los excesos.

Yo les desinfecto sus cositas y hasta vacuna les pongo con mi jeringón, los espero a todos en mi casa para la última orgía antes del fin del mundo, escribió con negrísimo humor mi querido amigo Quique.

Así, una inocente posteadita nos llevó a varios calenturientos temerarios al inbox, y de ahí a formar un grupo compacto de adoradores de Eros que tácitamente reconocíamos nuestra atracción también por el instinto contrario y complementario, el de muerte o tánatos.

¡Detentes, yo llevo Detentes para que todos estemos bien protegidos!, ofreció un amigo Amlover de hueso colorado y devotísimo del santo madero del...

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