Nosotros los jotos / Me quiero festejar

AntonioBertranR

Cantemos a ritmo de "Happy Birthday": En un día como hoooy/ un niñito naciooó/ no te-ne-mos la cul-paaa/ que jo-ti-to sa-liooó".

Sí, querido lector, ¡hoy es mi cumpleaños 48! Nací el viernes 17 de junio del año de la bestia 1966 en el hospital Santa Elena de la colonia Roma, en el DF. Mi madre había iniciado el trabajo para su primer parto a las nueve de la mañana; pasaban las horas y yo no más no nacía porque tuve el gracejo de enredarme en el cordón umbilical. ¡Soy torcidito desde el vientre materno!

En la tarde de ese día glorioso, el doctor Alfredo Ibarra -a quien tienes que agradecerle la existencia de tu cronista favorito- salió a la sala de espera y anunció que haría cesárea.

"¡Haga lo que sea, doctor, pero que ya nazca ese niño!", le respondió desesperada mi abuela Delfina adelantándose a su yerno, mi padre, que a sus 25 años estaba muy nervioso.

Así es que puedo presumir también que no he estado cerca de las intimidades femeninas ni en mi venida al mundo.

Finalmente nací, sano y hermoso, a las nueve de la noche, y me pusieron el nombre de mi padre, de mi abuela y abuelo, que eran refugiados españoles.

Para los que creen que soy un señorito refinado -"príncipe de las letras" me dice mi buen amigo Marco-, les informo que me engendraron en un cuarto de servicio.

En el puente de las fiestas patrias de septiembre de 1965 mis padres fueron a Cuernavaca. Tenían más de un año de casados y no lograban embarazarse, así es que disfrutaban de un noviazgo prolongado.

Pasaron el día en el hotel Los Canarios, propiedad de un "tío" de mi padre, quien los invitó a quedarse pero no tenía habitaciones disponibles.

"Yo me había despreocupado porque no me embarazaba, pero ese 16 de septiembre te hicimos en el cuarto de servicio del hotel", me contó mi madre atacada de la risa.

Con el embarazo, la primeriza mujer de 40 kilos aumentó 26. Los antojos le dieron por el salami, los romeritos y la salsa verde, delicias con las que puedes matarme de amor, amigo lector.

Si sacamos cuentas, nací exactamente después de nueve meses, lo que explica mi escrupulosa puntualidad y mi intolerancia con las informalidades.

"¿Por qué habré salido jotito?", le pregunté hace unos días a mi madre. "Quizá por mi exceso de sensibilidad; lloraba por todo y tu papá me decía: '¡Ya, Rosa María, ya no llores!'". Yo me...

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