Nosotros los jotos / Una marcha íntima

Escogió uno de los sombreritos de Gerardo Rubén Ortega Zurita, La Mema, aunque no uno de los que le eran característicos por su color chillón, sino blanco con una franja oscura. También de su clóset tomó una playera negra sin adorno alguno, unos vistosos shorts verdes que a su tío le encantaban pero ya no le quedaban, y se colocó al cuello esa larga cadena de plata que siempre usaba y él mismo se había quitado unos días antes para regalársela.

Así vestida, Stephany Ortega mostraba en las manos el libro "La casa de La Mema" y una foto del activista joteando feliz durante una de las primeras marchas del orgullo homosexual en las que participó, al inicio de los años 1980. Era su manera de hacer presente al luchador por la causa de las "vestidas" o mujeres trans en otra manifestación que el sábado pasado organizaron sus colegas, los activistas históricos, también por el Paseo de la Reforma (como la del 23).

Recordarás, fiel lector, que hace dos semanas tuvimos a la querida Mema en Nosotros los jotos, por lo que hoy me entristece informarte que nos dejó el lunes 25 de junio, a las cinco de la tarde.

"Mi tío tenía la ilusión de aliviarse para estar presente en esta marcha con sus amigos", me contó Stephany mientras avanzaba al frente del contingente, acompañada por cuatro mujeres transgénero que llevaban una manta negra que ponía en letras doradas: "La casa de La Mema, presente. ¡Nos saborean, nos mastican pero no nos tragan!".

La frase la repetía Gerardo en referencia a la realidad de las "vestidas" que acogió durante un tiempo en su casa de Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México, porque eran corridas por sus familias y se veían obligadas a dedicarse al trabajo sexual, no sin enfrentar diversas vejaciones y hasta ser asesinadas, como de manera imperdonable ocurre hasta la fecha.

"La mañana de ese lunes todavía le estuvimos poniendo canciones que le gustaban, de los años 70 y 80, como los Bee Gees, porque él era muy alegre y le encantaba bailar", narró su sobrina.

Por desgracia, la diabetes que padecía le provocó complicaciones irreversibles en órganos como los riñones y pulmones. Yo había visto a La Mema muy bien y contenta apenas el 28 de abril, cuando lo entrevisté en Morelia, donde vivía desde 1993. Estaba pícaro como siempre y nos reímos mucho con varios de sus recuerdos de vida, como este:

"Trabajé mucho con la prostitución (desde su asociación Quilotzin, repartiendo condones para prevenir el VIH), pero yo no la ejercí, sí me llegué a...

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