Nosotros los jotos / Equinos y náufragos

El beso de Luis Tavera me humedeció el cachete. Era evidente la agitación en el pecho desnudo del bello bailarín, al igual que en el de su compañero Fernando Hurtado, no menos bello y acalorado. Las dos "cebritas" se había acercado a saludarme después de que José Rivera, director de La Cebra Danza Gay, apagó la música con la que estaban ensayando.

Como es mi costumbre, llegué más de 10 minutos antes a la cita para entrevistar a mi querido Pepe. En la voz de Frank Sinatra sonaba "They can't take that away from me". Las piernas de Luis y Fernando, al aire y visiblemente recias, los llevaban de aquí para allá en una coreografía de persecución, como anhelando que no les quitaran "eso" a lo que le cantaba Sinatra. ¿El deseo, la pasión, el amor?

Los dos veinteañeros se movían sobre la duela, su imagen multiplicada por los grandes espejos y ellos atentos a las indicaciones y correcciones de su director. Hasta que mi entrada les concedió un descanso que, sin embargo, aprovecharon para practicar por separado ciertos pasos que yo atisbaría, fascinando, al levantar de vez en cuando la vista de mi libreta de notas.

Pepe lucía como siempre: esbelto, quizá con el rostro adelgazado pero igual de guapo, y perfectamente peinado. Hacía mucho tiempo que no nos abrazábamos.

"El temblor cimbró mis adentros", me dijo en referencia al sismo del 19 de septiembre de 2017. "Fue liberador, me dio la oportunidad de romper, de cerrar muchas cosas después de haber vividos tantos años en ese departamento (en un viejo edificio de la frágil colonia Roma), porque ya mi corazón me pedía un cambio".

El coreógrafo y coleccionista de cebras en todos los materiales imaginables hizo ventas de garaje, regaló otros objetos y enseres que lo habían acompañado por décadas, y solo guardó pocas pertenencias en una bodega para, así liberado, irse a viajar con pies ágiles y estéticos.

A lo largo de ocho meses fue invitado por sus colegas a Mazatlán, Puerto Vallarta, su natal San Luis Potosí, Tepic, Michoacán y Xalapa a dar clases. Por ejemplo de "heels", que es el arte de danzar en tacones altos sin romperse las narices, como se especializan los chicos que han pasado por La Cebra desde sus transgresores inicios, hace 23 años.

Claro que Pepe tuvo amores en cada lugar donde recalaba, como el marinero de la coreografía que estaban ensayando con música de Sinatra, "Náufragos al amanecer".

"Hubo de todo, pero no me quería regresar de Mazatlán", me confió y agregó que lo retuvo dos meses en el...

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