Nosotros los jotos / El bustier de mi coronel

Chacalito Mateo es entrenador de futbol y siente ñáñaras cuando le besan el antebrazo, justo en la parte media donde se dobla. Moreno, de torso velludo como puedes ver, querido lector, en la foto que acompaña nuestra columna de hoy, tiene las piernas correosas y es chaparrito pero cachondo.

Está muy orgulloso del sobrenombre que usa en Twitter porque creció y se fogueó en el barrio; ahí aprendió que "En tiempos de guerra cualquier hoyo es trinchera", y que "Agujero aunque sea de caballero"... Batea pa' los dos lados, pues, pero le laten más los jotos.

"Las mujeres se cotizan mucho, mi buen Tony; hay que hablarles así bonito, invitarlas y luego no aflojan, o si lo hacen no les gusta bajarse por los chescos; en cambio los gays...", me dice con su hablar cantadito, neto.

Nos vimos un martes en La Rayuela, la cantina cercana a la Alameda, en la calle de Colón, donde los fieles seguidores de mis historias recordarán que conocí a Chilito Lindo.

Entre caguama y caguama, mi querido amigo me contó que a la vuelta, en la calle Doctor Mora, había hace un par de años un antro clandestino, El Internet, instalado en el segundo piso de una miscelánea.

Mi querido Chacalito Mateo conoció por casualidad el tugurio un día que se paseaba por la Alameda con su andar de machín, y se hizo asiduo. Su tipo cabroncito y su corte estilo militar le atraían miradas de la finísima clientela y chelas de galanteo.

En una de esas visitas aventureras conoció a Miguel, un sargento segundo que, cuando se cogieron confianza, le preguntó si le entraría por lana con militares. Le explicó que él ya se había aburrido de pasar por las armas a sus colegas, quienes le pedían que les buscara nuevos modelos de bayoneta. ¿A quién no le gusta estrenar, no?

Chacalito Mateo le entró por $300 de los $500 que cobraba Miguel por sus artes de celestino, y en una ocasión lo invitaron a una comida en Cuernavaca, en la quinta de un coronel gordito y cincuentón.

Al rededor de la alberca había capitanes y tenientes, todos en uniforme verde olivo, que comían y bebían con los amantes de alquiler.

Mi coronel eligió a mi buen Chacalito Mateo y lo invitó a su habitación...

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