Nosotros los jotos / El artista pendenciero

Nuestro muchacho de hoy tiene unos 12 años. Míralo, querido lector, está desnudo: Abre las piernas lampiñas mostrándonos su miembro aún inmaduro, al tiempo que sonríe.

Pero el gesto resulta seductor, ¿no te parece?, por el hoyuelo que se insinúa en una de sus mejillas rubicundas. Su cabellera castaña está revuelta y los pies descalzos habrán tenido un olor fuerte dado que se trataba de un chico de la calle.

Francesco Boneri se llamaba este muchacho que un día de 1601 posó en Roma empuñando unas flechas para que, agregándole alas, Michelangelo Merigi de Caravaggio lo pintara como un Cupido muy carnal en uno de sus cuadros más íntimos y transgresores: "Amor vencedor".

Fíjate en un detalle que acentúa lo atrevido del cuadro: las plumas no son las típicas inmaculadas de los seres celestiales, sino que aparecen oscuras, como las de un ave de rapiña. Además, la sensualidad está acentuada por esa punta del ala izquierda que roza el muslo púber.

A pesar de su tierna edad, Cecco (diminutivo de Francesco que se pronuncia "checo"), era amante del pintor que por entonces rondaba la treintena. La relación seguramente le había permitido a Caravaggio sobrellevar la partida y casamiento de Mario Minniti, un colega cinco años más joven con el que había vivido un buen tiempo, y por el que sintió una atracción erótica que lo llevó a retratarlo, siempre vestido pero no menos sensual, en cuadros como "Muchacho con cesta de fruta", "Tañedor de laúd" y "Músicos".

Cecco también se desnudó y posó en 1602 para el cuadro más atrevido del pintor, "San Juan Bautista". Sentado de lado y echado hacia atrás sobre una piel de animal, el sexo tierno otra vez al centro de la composición, el profeta que según la Biblia anunció la inminente llegada del mesías está en actitud de abrazar no a un corderito -como dictaba la tradición en alegoría del sacrificio de Cristo- sino a un carnero viejo. El joven voltea para mirarnos, otra vez sonriendo pero ahora de manera más sexy que en el "Amor victorioso".

Dado el gusto innovador de Caravaggio por trabajar con jóvenes "modelos", y de usar elementos reales para plasmar la vida más palpitante, sólo puedo imaginar que las sesiones con el carnero vivo y el amante desnudo debieron ser muy divertidas...

"Ningún otro pintor ha captado jamás una presencia corpórea como lo hizo él", subraya Peter Robb en "El enigma de Caravaggio" (Océano, 2004).

Mira otra vez el Cupido, querido lector. Espero que la impresión permita captar que el genio...

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